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Yachting

Con la mira en las jóvenes promesas

Desde la familia Sieburger, pasando por Carlos Espínola, Juan de la Fuente, y Serena Amato, el yachting argentino ha sembrado grandes logros a lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, hoy la camada sub23 que lleva la delegación del yachting alienta para seguir por la senda victoriosa.

 

Si bien el yachting argentino se hizo conocido mundialmente gracias al genial deportista Carlos Espínola, hubo logros que se situaron mucho antes de la Era de la televisión y la tecnología de avanzada. La vela olímpica ha sufrido innumerables cambios por distintos motivos: ya sea climatológicos, de embarcaciones, como así también en lo que refiere a disposiciones reglamentarias.

Pero vayamos desde el principio. Los Juegos Olímpicos de Londres de 1948, la vela argentina llevó a uno de los mejores navegantes de la época: Enrique Conrado Sieburger. La clase R 6 metros con el yate Djinn (nombre sacado de las sagas nórdicas vikingas) fue tripulada también por Julio Sieburger (hermano de Enrique), Enrique Adolfo Sieburger (su hijo), Emilio Homps, Rufino Rodríguez de la Torre y Rodolfo Rivademar.

Con un barco casi antiguo, la tripulación argentina tuvo diez regatas que corrieron de manera brillante. Pese a esto, la embarcación estadounidense lo superó y lograron el oro, mientras que los argentinos cosecharon la primera medalla para el yachting argentino, nada más ni nada menos que de plata.

En lo que fueron los Juegos de Helsinki 1952, el equipo mismo equipo argentino, con la misma embarcación se ubicó en el quinto puesto logrando el diploma.

Pese a todo esto, el barco que tripuló la familia Sieburger quedó en la historia del yachting argentino, no solo por la medalla, sino también por comenzar a marcar el enorme camino para las embarcaciones futuras.

Jorge Alberto Chávez Salas, Héctor Calegaris y Jorge Alberto del Río Salas se subieron a una embarcación clase Dragón (R 5,5 metros) y llevaron su ilusión a cuestas hacia los Juegos Olímpicos de Roma de 1960.

A bordo del Tango, los argentinos tuvieron un muy buen papel y en siete regatas disputadas se ubicaron en la tabla general en el segundo lugar, logrando así la medalla de plata. La segunda para el yachting argentino.

Si hablamos de la vela de nuestro país no se puede dejar de mencionar a Carlos ‘Camau’ Espínola. El correntino supo defender y dejar bien en alto la bandera de nuestro país.

Debutó con tan solo 20 años en un Juego Olímpico en Barcelona 1992. Ocupó el 24° lugar. Para Atlanta 1996, Espínola ya tenía mucho más roce internacional y una edad ideal de maduración para afrontar un nuevo Juego Olímpico. Participó en la clase Mistral y tuvo un excelente desempeño que incluyó una penalización por salir antes de tiempo. Sin embargo, pudo contra las adversidades y se quedó con el segundo lugar, logrando la medalla de plata.

En los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, Carlos volvió a correr en la clase Mistral y nunca bajó de la chance de medalla. Superó las regatas sin problemas y sólo fue superado por el austríaco Sieber que, entre los dos, marcaban una holgada competencia entre el resto de los competidores. El oro estuvo cerca, pero la plata le dio una sonrisa y no tuvo problemas en calzársela.

No sólo él obtuvo presea, también la clase 470 compitió en lo que fueron las regatas más duras que se hayan visto. La dupla Javier Conte y Juan de la Fuente culminaron terceros detrás de las embarcaciones de Australia (oro) y Estados Unidos (plata)

En el mismo Juego, la clase Europa femenina tuvo su consagrado tercer puesto gracias a que Serena Amato se deslizó de manera espectacular entre las fuertes corrientes australianas. Se quedó con el bronce en lo que fue una de las mejores actuaciones de la vela olímpica femenina. Sídney marcó un antes y un después para el yachting nacional.

La clase Tornado se hizo presente en Atenas 2004 y junto con Santiago Lange formaron una excelente dupla que duró dos Juegos Olímpicos. Pese a la poca experiencia en esta categoría, la dupla argentina realizó un gran desempeño y en las últimas dos regatas (ya sin chance por el oro y la plata) controlaron las acciones y al final pudieron celebrar el tercer puesto y el bronce.

Obtener una nueva medalla en un nuevo Juego Olímpico no es poca cosa. Y más si todas ellas fueron correlativas. En este caso, la dupla Espínola y Lange volvieron a tripular la clase Tornado, pero con mayores dificultades que en Atenas 2004. Pekín 2008 los vio nuevamente subirse a un podio olímpico. Fueron terceros, pero con la alegría de volver a dejar a la vela argentina en lo más alto.

Carlos Espínola es el único atleta en obtener cuatro medallas olímpicas.

En los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la vela argentina tuvo su marca. Gracias al trabajo increíble por parte de la dupla de la clase 470 conformada por Juan de la Fuente y Lucas Calabrese que cosecharon el bronce frente a rivales de poderosísimo calibre. Sin embargo, ellos lograron la hazaña y volvieron a poner en un podio a la vela albiceleste.

Para estos Juegos de Río de Janeiro que se aproximan, el yachting argentino hizo un trabajo muy enriquecedor. De las diez clases que competirán en la Bahía de Guanabara, sólo nueve han clasificado. Esto marca el gran progreso que tuvieron las embarcaciones y lo más positivo son las jóvenes promesas que se verán en estos Juegos.

Santiago Lange y Cecilia Carranza Saroli (clase NACRA 17); Lucas Calabrese y Juan de la Fuente (470); María Celia Tejerina (RS:X); Bautista Saubidet Birkner (RS:X); Yago y Klaus Lange (49er); Victoria Travascio y Sol Branz (49er FX); Lucía Falasca (Laser Radial); Julio Alsogaray (Laser Standard) y Facundo Olezza (Finn) buscarán hacer historia, ya lo hicieron; pero ellos quieren más.

Porque así es el deporte argentino.

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