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Deportes Adaptados

“Fue el mejor gol que hice en mi vida”

Braian Pereyra integrante de los Múrcielagos y jugador de Huracán dialogó con AAD. “Quiero estar en Brasil y en los Parapanamericanos de Lima”, aseguró.

Por: Joaquín Finat (@joacofinat)

Catorce segundos transcurrieron desde que Braian Pereyra se apoderó de la pelota, la llevo pegada al pie, amagó para un lado y para el otro, eludió un par de rivales y metió un derechazo inapelable para marcar el segundo tanto de los Murciélagos ante España en una de las semifinales del Grand Prix de Tokio. Un gol maradoniano que rápidamente se viralizó en las redes. El mejor del certamen que, finalmente, volvió a quedar en manos del seleccionado argentino de fútbol para ciegos. “No fue uno más. Fue especial.  Sin dudas, el mejor gol que hice en mi vida”, asegura este jóven de 25 años que lucha por ganarse un lugar en el plantel viajará a la Copa América que se desarrollará en junio en San Pablo y que otorgará una plaza para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. 

“Quiero estar en Brasil y también en los Parapanamericanos de Lima”, afirma Pereyra, un jugador con mucho talento que brilla en Huracán. Un talento que arrastra de pequeño. “Para mí el fútbol es todo. Cuando era chiquito me la pasaba jugando a la pelota en un club del barrio de Moreno. Hasta me fui a probar a Vélez”, recuerda. A los 13 años, un virus dañó su nervio óptico y perdió la vista. Su preocupación, claro, pasaba por saber si iba a poder volver a jugar al fútbol. 

Probó con varios deportes y se inclinó por el goalball, disciplina destinada a ciegos y disminuidos visuales. No se enganchó. “Nunca me adapté, yo jugaba muy mal”, admite, entre risas. Risas que en ese entonces no abundaban y que volverían a aparecer cuando se enteró de la existencia del Instituto Román Rosell, un centro donde los ciegos pueden practicar deportes y aprender oficios, entre otras cosas. “Cuando me dijeron que había fútbol me volví loco de alegría. Empecé a jugar en el 2010 y al año siguiente ya tenía equipo: Unión Del Viso. Enseguida me convocaron a la Selección Juvenil y ahí me contrató Huracán”, explica. 

Potencia, habilidad y gol. Todo en un mismo envase. Eso es lo que tiene Pereyra, último goleador de la Liga Nacional. En Huracán saben que la receta es dársela a él. Entonces, esa pelota con sonajeros se mueve sin césar de un pie a otro y, generalmente, finaliza en la red. En su último partido, Fundación Paradeportes aplicó una táctica poco habitual en el fútbol para ciegos: la marca hombre a hombre. Pereyra, es verdad, estuvo incómodo. Pero cuando encontró el espacio, facturó, y el Globito se impuso por 1-0. 

Fueron esos goles los que lo llevaron a la Selección, en donde tuvo que modificar algunos aspectos de su juego. Perfeccionó su estilo y lo puso a merced del equipo. Y es su pasión por la celeste y blanca la que lo obliga cada día a viajar desde Moreno al CeNARD: tres colectivos y dos horas de viaje, para entrenarse con los Murciélagos. “Ahora estoy dedicado de lleno al fútbol y no tengo otra actividad. Pero pienso a futuro y me gustaría dedicarme a estudiar Licenciatura en Trabajo Social. Tengo fe y sé que lo voy a hacer”, explica.

Esa fe de la que habla es la que le transmitió Marcelo Panizza, otro integrante de los Murciélagos. Juntos, con sus familias, se reúnen en el Centro Cristiano Internacional. “Nos congregamos cada domingo. Ir a la iglesia es parte de mi vida”, cuenta Pereyra, que está en pareja con Vérónica, disminuida visual, con quien tiene dos Tiago, de 9 años y Lesslie, de tres meses. “Son los que me empujan día a día. Los que me dan fuerza permanente”, valora. “Tiago es mi guía, sabe que yo no veo y me da una mano enorme”, explica.

De todos modos, Pereyra se pone orgulloso cuando relata las tareas domésticas que realiza. “A veces limpio la casa, pero a veces si estoy solo no me animo. Mi mujer me enseñó a cocinar. Aprendí a hacer relleno para empanadas, tuco, guiso y pizza casera. Eso es lo que mejor me sale, la pizza casera. Dicen que soy muy bueno amasando, jaja”, dice, y se ríe. No hay dudas que así debe ser. Este crack la amasa afuera y adentro de la cancha. 

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