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Buenos Aires 1951: los Panamericanos que pasaron a la historia

La primera edición de los Juegos Panamericanos fue donde Argentina hizo valer su localía, imponiéndose por única vez en la historia en lo más alto del medallero, con 154 podios (68 oros, 47 platas y 39 bronces).

Corría la década del ’40 cuando el Congreso Panamericano Deportivo celebrado en Buenos Aires dispuso que la capital fuera la sede de los primeros Juegos Panamericanos, una innovadora competencia que reunía a todos los países del continente, desde Canadá hasta Argentina. Esta última, con escasa experiencia en la organización de grandes torneos, se encontraba transitando el fin del mandato de Ramón Castillo, miembro del Partido Demócrata Nacional (PDN), que pocos meses después de su ascenso sería derrocado por el Grupo Obra de Unificación (GOU), encabezado por los generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell. Aunque la figura más resonante de la época, y pieza clave de los Panamericanos del ’51, fue el entonces general Juan Domingo Perón.

Con el apoyo del Comité Olímpico Internacional, los Juegos estaban previstos a celebrarse en 1942, pero el mundo estaba inmerso en el desconcierto y horror de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente se decidió postergarlos por nueve años, hasta que el flamante 25 de febrero de 1951 llegó.

Arribaron al país 2.500 atletas de 21 naciones americanas, mientras que el anfitrión, con Perón ya afianzado en el poder, los esperaba con ansias. El clamor popular inundó las sedes y estadios elegidos para albergar a los atletas, quienes respondieron al furor local batiendo récords mundiales, al tiempo que campeones olímpicos en atletismo, natación, saltos ornamentales y halterofilia llegaron a Argentina para optimar aún más la competencia.

Inaugurado un año antes, el Cilindro de Avellaneda (llamado Estadio Presidente Perón, obviamente) era el escenario designado por el presidente homónimo para la Ceremonia de Apertura, que, junto a su esposa, Eva Duarte, y el vicepresidente del COI, Avery Brundage, observaron cómo Delfo Cabrera desfilaba con la bandera nacional como abanderado.

Afiche de los primeros Panamericanos.

LA EPOPEYA DE LOS ARGENTINOS

El atletismo, la prueba madre de todo Juego, en cualquiera de sus variantes, depositó a los argentinos un escalón por encima de sus contendientes. Ricardo Bralo, fondista, fue partícipe de dos emocionantes carreras. Triunfó en los 5.000 m. y arribó en segundo lugar en los 10.000 m.
En lanzamiento de jabalina, 68,08 m. le alcanzaron a Ricardo Heber para coronarse con el oro.
También fueron sumamente importantes las victorias de Emilio Ortiz en martillo; Sixto Ibáñez en marcha de 50 km.; y el segundo puesto de Estanislao Kocourek en 110 m. con vallas.

Párrafo aparte para el ya mencionado Delfo Cabrera, recientemente campeón en la maratón de los Juegos Olímpicos de Londres 1948, y que tres años más tarde se convertiría en el primer laureado panamericano tras recorrer las calles de Buenos Aires y la Avenida General Paz, hasta arribar al Estadio Monumental.
Reinaldo Gorno, segundo en aquella maratón, comenzó a forjar un camino, que un año después escoltaría al mítico Emil Zatopek en los Olímpicos de Helsinki.

La natación, el otro deporte que más medallas entrega, también fue eclipsado por los argentinos. Ana María Schultz se consagró con dos oros (200 m. y 400 m. libres), dos plateadas (ambas postas) y un de bronce (100 m. libre), al tiempo que Dorotea Turnbukk fue primera en los 200 m. pecho.
Otro que en Buenos Aires dio el puntapié inicial a su trayectoria fue Héctor Domínguez Nimo, flamante vencedor de los 200 m. pecho, y que cuatro años más tarde repitió en los Panamericanos de Ciudad de México 1955.
Siguiendo la línea de deportes acuáticos, el waterpolo arrasó con todos sus rivales, con Osvaldo Codaro, Vicente y Carlos Vicentín como los pilares del equipo y encargados de convertir 30 de los 38 goles del seleccionado en el torneo.

El boxeo, una de las disciplinas que históricamente generó más pasión en los argentinos (junto con el fútbol y el automovilismo), dejo en la ciudad organizadora un saldo de ocho oros ?Alberto Berenghi (mosca), Ricardo González (gallo), Francisco Núñez (pluma), Oscar Gallardo (liviano), Oscar Pita (medio mediano), Ubaldo Pereyra (mediano), Reinaldo Ansaloni (semipesado) y Jorge Vertone (pesado)?, un Luna Park repleto todas las veladas de competencia y sus bares linderos repletos de fanáticos oyendo la radio ante cada pelea.

Uno de los deportes que tuvo su debut y despedida en los Panamericanos, y que en la actualidad Argentina es líder indiscutido, fue el polo. El equipo de Venado Tuerto, liderados por el par de hermanos Juan y Roberto Cavanagh; y Juan Carlos y Enrique Alberdi, no tuvieron rival alguno: 51 goles a favor y 11 en contra para colgarse la dorada.

El tirador Pablo Cagnasso, futuro campeón mundial y presidente del COA, contabilizó cinco oros. En tenis, Enrique Morea, Mary Terán de Weiss, Alejo Russell y Felisa Piédrola de Zappa se adueñaron del torneo, sumando cuadro doradas y una plateada

En gimnasia brillaron Juan Cavaglia y Pedro Lonchiabucco; mientras que en lucha hicieron lo propio León Genouth, Oscar Blebel, Ulises Martorena y Adolfo Ramírez.
Antonio Giménez, Clodomiro Cortoni, Jorge Vallmitjana, Oscar Muleiro y Oscar Giaché, y en persecución por equipos Giaché, Caccavo, Salas y García, se adueñaron todas las preseas de ciclismo.

La fiesta de Clausura se realizó en el estadio de River Plate, y allí Argentina sumó un nuevo primer puesto. Con 154 podios (68 oros, 47 platas y 39 bronces), superó ampliamente a Estados Unidos (98 medallas), hecho que volvería a ocurrir 40 años después, durante los Juegos de La Habana 1991, donde la delegación local dejó a los norteamericanos en segunda posición, que desde los Juegos de Ciudad de México ‘55 siempre había encabezado el medallero.

Foto: elmundoamateur.com.ar

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