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Fútbol

Crónica de una eliminación anunciada

Argentina cayó por 2-1 ante Australia y se retiró del Mundial Sub 17 de Chile en primera ronda. El equipo de Lemme cometió muchos errores y se encontró con un rival efectivo, que tuvo sus goles gracias a Panetta. Si bien Conechny marcó de penal para encender una tibia ilusión, el papelón no pudo ser evitado. La imagen final dejó un claro mensaje: un ciclo se cumplió este sábado.

Es de común conocimiento que las selecciones formativas apuntan al desarrollo de jugadores jóvenes en vez de resultados. Pero el 2015 dejó un saldo amargo para las selecciones inferiores nacionales. La clasificación a Río 2016 y la obtención del Sudamericano Sub 20 fueron los puntos altos de un año donde hubo dos desastrosos mundiales. Primero fue el de Nueva Zelanda en junio y ahora fue el de Chile con la Sub 17.

Después de las caídas ante México (0-2) y Alemania (0-4), el equipo de Lemme dejó una mala imagen ante Australia. La floja conducción del DT se transmitió en el rendimiento de los juveniles y el elenco terminó su participación con una caída por 2-1 ante Australia.

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Argentina dominó en el inicio del partido. Con pelota al piso, la Albiceleste ejerció un gran movimiento de pelota y arrinconó a su rival con las proyecciones por las bandas. De la mano de Roskopf, el elenco sudamericano tuvo dos chances claras de abrir el marcador pero no las supo aprovechar. A partir de esto, Australia creció y en su mejor momento encontró la llave para abrir el cerrojo: un tiro libre desde la izquierda derivó en un pase de cabeza, que encontró a Panetta en el medio del área. El oceánico no perdonó al arquero Petroli.

Desde entonces, fue un juego con muchísima presión para los chicos argentinos. El no haber anotado un gol en lo que iba del certamen les jugó una mala pasada y los nervios derivaron en imprecisiones. Esto lo aprovecharon los australianos para jugar tranquilos, emparejar la posesión de la pelota y apostar al error argentino para estirar la diferencia. Sin embargo, el 1-0 se mantuvo cuando los equipos partieron a los vestuarios.

Una historia similar se dio en el complemento. Argentina tuvo unos primeros minutos donde presionó bien y tuvo chances de igualar. Pero no facturó cuando estuvo a tiro, y terminó pagando una desatención en otra pelota parada. Nuevamente fue Panetta el verdugo argentino. Esta vez el gol llegó por un despeje que lo encontró en la medialuna, remató, la pelota picó y Petroli no pudo reaccionar ya que estaba tapado.

A pesar del golpe, los juveniles no se dieron por muertos. Con mucho desorden, pero también con bastante amor propio, ‘los pibes’ empujaron con su calidad técnica para intentar dar el batacazo. Después de tanto intentar, se quebró la mala racha: un penal derivó en gol de Conechny para descontar. Inmediatamente el joven jugador de San Lorenzo pudo haber marcado el empate, pero el árbitro sancionó una falta en ataque que mantuvo el 2-1.

Pero el gol solo sirvió para que este equipo evite el penoso récord de ser la primera selección juvenil en retirarse de un certamen de esta magnitud sin hacer un gol. Es que el desorden y los nervios siguieron apropiándose del juego argentino. Los jugadores no aprovecharon las pocas chances para torcer el rumbo y, como el libro del gran Gabriel García Márquez, fue la crónica de una muerte anunciada.

Argentina se retiró del torneo sin puntos, con un gol a favor y ocho en contra, con pobres actuaciones y como uno de los ocho equipos, de 24, que no pudo acceder a los octavos de final.

Mucho quedará para el análisis, la crítica y el balance. Pero hay algo que queda en claro: las selecciones juveniles piden por un proyecto serio, con personas serias que lo lleven a cabo, no dirigentes y directores técnicos improvisados. El cambio no es una necesidad, es una urgencia. 

 

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