Cada vez son más los equipos y/o deportistas que comparten CBU para recibir donaciones de terceros o bien realizan eventos o rifas para viajar a torneos dentro del país. Una tendencia que crece y preocupa.
Por Micaela Piserchia
(@micapiserchia)
La situación económica en la que vive nuestro país hace ya varios años no sólo golpeó los sectores básicos como alimentación, educación y salud, sino que también, aunque esté invisibilizado, le pegó de lleno al deporte.
Sí es conocida la problemática del alto rendimiento en cuanto a los altos costos de las giras e insumos dolarizados, pero hay algo que está siendo soslayado y escapa a la vista del ojo de la persona de a pie: el valor del deporte en Argentina.
Porque, mal que mal, en el deporte de alto rendimiento – a pesar de las trabas y malabares que deben hacer para practicar su disciplina – existe una beca. En cambio, para el deporte de formación es una cuenta pendiente.
Hoy en día, viajar a un nacional en cualquier categoría (infantiles, cadetes, juveniles, hasta ligas de mayores) no baja de los 50 mil pesos. Un torneo nacional debe incluir hospedaje, traslado, comidas, traslados internos y también las inscripciones a la competencia, gastos administrativos, licencias y los seguros. Todo varía según deporte, desde ya.
Dentro del país ya hasta parece imposible viajar, más teniendo en cuenta que muchas de las personas que compiten son menores de edad, por ende, ese importe sale desde las familias. Otras realidades viven los mayores, quienes trabajan, a su vez, para poder pagarse el viaje del torneo al que quieren asistir.
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Por eso los equipos o deportistas acuden a eventos, rifas, acuden a distintas plataformas de donaciones o directamente publican información bancaria para poder llegar a competir.
Las posibilidades se acortan y hacen que el deporte sea cada vez más reducido y menos accesible, porque no sólo se acortan las chances de participación, sino también de competitividad. Los clubes tampoco pueden ser garantía, dado que es sabido que el deporte amateur en su mayoría es deficitario para todas las instituciones: pueden hacerse cargo de gastos menores, pero eso es muy particular de cada entidad.
Los clubes, también, están atravesando situaciones difíciles por falta de subsidios y, con una mano en el corazón: ¿cuánto más se les puede pedir?…
Y los sponsors no aparecen, o bien esa pata de inversión que falta por parte del sector privado. Es hasta doloroso ver que equipos campeones se retiran de torneos por no poder viajar por falta de plata. Y eso genera desmotivación a niveles altísimos, lo que produce el alejamiento del deporte. Falta inversión, pero pareciera que a nadie le importa. Solo a quienes ponen la plata todos los días.
¿Qué se puede hacer? ¿el Estado debe intervenir? ¿Qué puede hacer para que el deporte no vaya hacia un camino elitista?
Foto: Sol D’Amato