La tiradora argentina que ya tiene su boleto a Tokio se encuentra en La Rioja, donde regresó a los entrenamientos.
Por Joaquín Finat
(@joacofinat)
La postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio invitó a los atletas a reconstruirse. A cambiar los planes de entrenamiento, a realizar trabajos en espacios más reducidos de los habituales y a acomodarse a una nueva vida.
Fernanda Russo, que en la previa de la cuarentena decidió instalarse en La Rioja con sus seres queridos, fue un manto de tranquilidad y supo rescatar varios aspectos positivos personales y deportivos.
“No fue fácil, desde ya. Pero en algún punto me ayudó a establecer mejor relación con los seres queridos. Me sirvió para verme a mí misma y tener más tiempo para otras cosas que tal vez en el día a día no les presto tanta atención. Incluso algunos aspectos del entrenamiento”, indicó en exclusiva a AAD la joven de 20 años.
Adaptarse a su nuevo rifle también formó parte de este desafío. Después consultar con su equipo de trabajo decidió tener uno nuevo –la vida útil de cada uno oscila entre los tres y cinco años-. “Nos pareció que lo mejor era arriesgarnos y la postergación me ayuda a poderme amigar con el rifle, que se convierte en una parte tuya, de tu cuerpo”, explicó la cordobesa que debutó a los 16 años en un Juego Olímpico.
“Cuando cambias el rifle es una sensación rara. Al principio cuesta adaptarte y el que tengo ahora es un modelo nuevo, diferente al anterior es un modelo nuevo”, agrega la estudiante de Licenciatura en Gestión Deportiva.
Es que Fernanda Russo, además de pasar un buen tiempo con su familia, repartió su tiempo entre los entrenamientos en el club Regatas y los libros. Tras regresar de Lima con la medalla de bronce, se interiorizó y se dio cuenta que había muchas cuestiones de su realidad que quería entender y mejorar el día de mañana.
“Investigue la carrera y empecé este año. Estoy haciendo cuatro materias de las cinco del calendario y ya promocioné dos”, dijo con alegría y ese optimismo que derrochó desde que se instaló en La Rioja.
