Amberes 1920: ¿Los Juegos Olímpicos más raros de la historia?
Deportes de invierno en Juegos de verano, el debut de la bandera olímpica, una campeona embarazada y un finalista que se quedó sin medalla. Las excentricidades de este torneo.
Por Franco López Larrañaga
Hoy en día, el programa olímpico es sinónimo desde excelencia deportiva. Y siempre lo ha sido. A lo largo de los años posteriores a 1896, año en donde los primeros Juegos Olímpicos de la modernidad tuvieron lugar, muchos deportes pugnaron por conseguir un lugar en este programa. Claro está, que no todos los deportes llegaron a buen puerto, con la obtención del beneficio de formar parte de tal evento, además de que no siempre el programa olímpico se constituyó como se conoce en la actualidad.
La inclusión de deportes como el handball, el judo, el tenis de mesa, la gimnasia rítmica o el volley en el programa olímpico en un momento que resulta más cercano a la actualidad que a los tiempos de los Juegos de Atenas 1896. En adición, algunos deportes como el ciclismo de pista, la lucha grecorromana, la arquería y el tenis tuvieron presencias interrumpidas en el programa olímpico, siendo incluidas en el mismo en los primeros Juegos y luego discontinuadas para, posteriormente, volver a ser incluidas en el futuro.
Muchos otros deportes no contaron con la suerte de la reinserción olímpica y eventos como el rugby, el cricket, el croquet, el polo, la cinchada y el jeu de paume quedaron rápidamente en el camino y nunca volvieron a formar parte del evento multideportivo más importante del mundo.
Sin embargo, una cosa queda clara cuando se habla de un programa olímpico de deportes y esa es la intuitiva diferencia que existe entre los deportes llamados de verano y los de invierno. Así y todo, existieron unos Juegos en donde deportes de invierno y de verano coexistieron a la perfección, junto con otro sinfín de situaciones que lejos están de la normalidad.
Los séptimos Juegos Olímpicos tuvieron lugar entre el 20 de agosto y el 12 de septiembre de 1920 en la ciudad belga de Amberes. Y no fueron para nada convencionales. Muchas particularidades y sucesos poco comunes rodearon el evento. Estos fueron los primeros que se desarrollaron luego de la Primera Guerra Mundial.
La ciudad de Amberes ganó la plaza para organizar el evento como muestra de gratitud por parte del Comité Olímpico Internacional luego de ser una región castigada durante el conflicto bélico y estar relacionada con la ocupación que había sufrido Bélgica por parte de los alemanes. Por este motivo aparente, naciones como Alemania, Austria, Bulgaria, Hungría, Polonia, Turquía y la Unión Soviética no formaron parte de los Juegos por haber sido consideradas agresoras durante la Primera Guerra. A su vez, dos momentos que hoy en día resultan icónicos en la realización de cada Juego, como lo son el Juramento de los Atletas y el izamiento de la bandera olímpica, tuvieron lugar por primera vez en Amberes 1920. Pero la lista de peculiaridades relacionadas a estos juegos continúa.
Pero como si esto no fuese suficiente, Amberes 1920 albergó una de las rarezas más grandes de la historia olímpica. Es que por primera vez, dos deportes de invierno tuvieron lugar en unos Juegos Olímpicos de Verano. El hockey sobre hielo y el patinaje artístico, que ya había estado en Londres 1908, se colaron en el cronograma deportivo de Amberes 1920. Y la razón es bastante entendible, aunque no deja de ser extraña: los Juegos de Invierno todavía no habían sido inventados. Los primeros Juegos invernales llegaron recién cuatro años más tarde, en 1924, y tuvieron lugar en el coqueto poblado francés de Chamonix. Por este motivo, deportes considerados de élite como el patinaje artístico, que reflejaba la pureza y flexibilidad del ser humano, y el hockey sobre hielo, practicado en muchos países de tradición deportiva a la fecha, no podían quedar afuera del máxima evento multideportivo. Por eso, los organizadores decidieron incluir ambos a las actividades que tendrían lugar en Amberes.
Las competencias de ambos deportes tuvieron lugar en el Palais de Glace d’Anvers, un estadio cerrado adaptado con la temperatura necesaria para que los eventos se desarrollen de la manera correcta. Por si las particularidades del caso no eran suficientes, una nueva peculiaridad se sumaba a la cuestión. Al llevarse a cabo los dos eventos en el mismo recinto, uno debería hacerse antes que el otro, para que el hielo se encontrara en condiciones óptimas para ambos eventos. Sin embargo, como el torneo de hockey sobre hielo coincidía con la realización del primer Campeonato del Mundo de la disciplina y esta estaba agendada para abril, las competencias concernientes a este deporte tuvieron lugar en ese mes, cuatro meses antes de la inauguración de los Juegos. De todas maneras, formó parte del programa olímpico de aquel año, con la coronación de Canadá con la medalla dorada, quien estuvo representada por un equipo amateur conocido como Winnipeg Falcons, los cuales habían clasificado a los Juegos luego de ganar el clasificatorio nacional llamado Allan Cup.
La entrega de las medallas de plata y bronce también fueron una extrañeza. Canadá venció a Checoslovaquia en cuartos de final, a Estados Unidos en la semifinal y a Suecia en la final para quedarse con el título. Sin embargo, la medalla para el segundo puesto no se entregó a quién perdió la final, sino que se le otorgó esta distinción al ganador de un torneo relámpago entre los tres equipos que habían caído ante el campeón. Ese torneo lo ganó Estados Unidos, quien se quedó con la plata. Mismo procedimiento fue para el medallista de bronce. Los equipos que habían perdido con Canadá y Estados Unidos que todavía no hayan sido coronados, jugaron otro torneo relámpago, en el cual participaron Checoslovaquia, la propia Suecia y Suiza, que se coló tras haber caído con Estados Unidos en cuartos de final del torneo principal. El ganador de este último evento, el cual fue el equipo checoslovaco, se terminó quedando con la medalla de bronce. Este sistema de puntuación se llamó Bergvall y se utilizó en numerosos deportes como el futbol americano, water polo (el creador del formato Erik Bergvall era waterpolista) y la cinchada olímpica. El mismo se encuentra extinto desde 1924.
En cuanto a las competencias de patinaje artístico, la máxima excentricidad que rodeó el evento fue la medalla de oro obtenida por la sueca Magda Mauroy-Julin en individuales, ya que al momento del torneo se encontraba embarazada de tres meses. Además, se quedó con el primer lugar a pesar de no registrar ningún puntaje máximo a lo largo de las tres rondas en que consistía la competencia. Sin embargo, debido al puntaje total, terminó logrando el premio mayor.
El sueco Gillis Grafstrom ganó la competencia en hombres y es, hasta la fecha, uno de los dos deportistas que han ganado medallas de oro tanto en Juegos Olímpicos de verano como de invierno, ya que una vez su deporte fue incluido en la modalidad olímpica invernal, también fue capaz de quedarse con la medalla de oro tanto en Chamonix 1924 como en St. Moritz 1928. El otro que comparte este logro con el patinador sueco es el estadounidense Eddie Eagan, quien fue campeón olímpico en boxeo en Amberes 1920 en la categoría semipesado y formaría parte en el equipo de bobsleigh que consiguió el título en los Juegos de Lake Placid 1932.
Las cinco medallas de oro del italiano Nedo Nadi en esgrima, las cuatro medallas (tres de oro) obtenidas por el joven Paavo Nurmi, el primer merecedor del afamado apodo El Finlandés Volador, la defensa exitosa del título de los 100 m. libres por parte de Duke Kahanamoku, quien había sido campeón en Estocolmo en 1912, antes de la guerra, y quien se convertiría en actor de Hollywood luego de retirarse, el título del tirador Guilherme Paraense en la modalidad “pistola militar 30m”, el cual significó el primer oro olímpico de la historia para Brasil, o la participación aislada de Ángel Rodríguez en boxeo, el cual fue el único deportista de la delegación argentina que participó de aquel evento a pesar de ser uruguayo de nacimiento. Todas estas singularidades y varias más decoraron el ambiente en Amberes 1920, uno de los Juegos Olímpicos más peculiares de la historia del deporte.
Foto: Getty Images