A 51 años del atentado en Múnich
Los Juegos Olímpicos en Alemania siempre dieron que hablar. En esta oportunidad, un atentado que puso en jaque a toda la estructura olímpica.
Corría el año 1972. La segunda guerra mundial ya había quedado atrás, por más que se vivía en un mundo completamente polarizado entre Estados Unidos, en occidente, y la Unión Soviética, en oriente. Bajo ese contexto, el Comité Olímpico Internacional decidió que Alemania, dividida en dos, Alemania Federal y Alemania Democrática, llevara adelante la edición de los Juegos Olímpicos de 1972 con dos intenciones claras: darle la oportunidad de reivindicarse al país europeo y mejorar la imagen del COI, luego de Berlín 1936.
La ciudad elegida era Múnich, perteneciente a Alemania Federal, que estaba dentro del bloque estadounidense. Sin embargo, esto no parecía generar muchos problemas, situación que ocurrió en ediciones venideras con distintos boicots. Igualmente, Múnich 1972 no pasó a la historia por los grandes rendimientos deportivos, las medallas obtenidas o récords mundiales, sino que quedó en la historia por el atentado que cambió, para siempre, la vida olímpica.
Al noveno día de disputa, distintos integrantes del Septiembre Negro ingresaron a la Villa Olímpica tras escalar el muro, gracias a la ayuda recibida por algunos integrantes de la delegación estadounidense; según ellos, les dieron una mano porque les dijeron que era atletas. El grupo terrorista, de origen palestino, primero visitó las instalaciones en donde estaban los deportistas uruguayos; luego de darse cuenta que se equivocaron, perfilaron su camino hacia los atletas israelitas.
Una vez ubicados en las habitaciones de Israel, el grupo terrorista asesinó a dos atletas, para tomar de rehenes a otros nueve. Minutos más tarde, la policía alemana rodeó la Villa Olímpica. Lo que buscaba los integrantes de Septiembre Negro era que trasladaran a 234 presos en Israel a Egipto; sin embargo, la respuesta alemana fue clara: “No negociamos con terroristas”.
Luego de varias horas de tensión y negociación, se llegó a un acuerdo: dos helicópteros iban a llevar a los terroristas a la base aérea de Fürstenfeldbruck. Luego, ellos iban a viajar a Medio Oriente e iban a realizar una escala para dejar a los atletas oriundos de Israel. No obstante, la idea de la policía alemana era otra: interceptar en la base a los terroristas y rescatar a los rehenes. Cabe remarcar que la policía alemana no tenía experiencia en cuestiones de rescate y militares, debido al Tratado de Versalles que desmilitarizó al país europeo.
Pero todo salió mal: los terroristas se dieron cuenta de la trampa y ejecutaron a todos los atletas tomados como rehenes. Además, en medio de la balacera, fallecieron 5 terroristas y un policía alemán. Sin embargo, lejos de suspender los Juegos, el COI determinó que el show debía continuar. Por tan solo 34 horas no hubo acción y, en el resto de los días, se alzó la bandera a media asta, en memoria de los fallecidos.
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