La respuesta a ambas preguntas es sí y en esta nota vas a encontrar la información necesaria para entender sobre el bruxismo.
El bruxismo nocturno y diurno, ambos clasificados como bruxismo, parecen operar a través de diferentes mecanismos (Manfredini & Lobbezoo, 2009). Pueden darse en manera conjunta o aislada.
De hecho, mientras que el bruxismo diurno ocurre en el 10% de la población general, el bruxismo nocturno afecta solo al 5 % de la población (Mercut et al., 2013).
La diferencia en la prevalencia puede ser en parte un efecto de diferentes niveles de conciencia. El bruxismo diurno, por definición, ocurre durante las horas de vigilia, por lo que es mucho más fácil de identificar y diagnosticar que el bruxismo nocturno que ocurre durante el sueño.
Por lo tanto, es posible que el apretar los dientes durante el día no sea más común que el rechinar durante la noche, sino que simplemente es más fácil y se diagnostica con mayor frecuencia.
En contraste con el pensamiento popular dicho trastorno no es a causa del stress, sino que está relacionado con niveles más altos de actividad de los músculos masticatorios que se produce durante el sueño (caracterizadas como rítmicas o no rítmicas) y la vigilia (caracterizadas por el contacto repetitivo o sostenido de los dientes y / o por el refuerzo o empuje de la mandíbula), respectivamente.
Los signos y síntomas provocados por dicha alteración no difieren si sufrimos de bruxismo diurno o nocturno. Dichas alteraciones a nivel local (alteración del esmalte, desgaste mecánico extremo de los dientes, dolor en la articulación temporomandibular, cefaleas) o a distancia (dolores en hombros, cervicalgia, modificación de la postura) son ya conocidos por nosotros y susceptibles de recibir un abordaje odontokinésico.
