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Básquet

La hora de la nueva generación

Con el cuarteto de experiencia NBA pero un plantel joven, Argentina presentará a un equipo con muchas condiciones en los Juegos Olímpicos. Los veteranos lo tienen en claro, esto no es la Generación Dorada, pero el sueño y la ilusión son iguales que en Atenas o Beijing.

Por Fernando Torok

Durante el Media Day (día de presentación a los medios), las figuras de la Generación Dorada coincidieron en un punto. Tanto Luis Scola como Andrés Nocioni, principales autores de la clasificación a Río 2016 en el FIBA Américas de Guadalajara en 2015, dijeron que esta no era la continuación de aquel plantel que fue campeón olímpico en 2004 o que fue bronce en Beijing 2008 por la vuelta de otros dos consagrados como Emanuel Ginóbili y Carlos Delfino, sino otra etapa de la vida del básquetbol argentino.

Como hace doce años en tierras griegas, El Alma irá con sus doce jugadores con muchísimas expectativas aunque sin la promesa del oro. Sin duda alguna, Estados Unidos presentará al mejor plantel con muchísimo recambio y una capacidad triplera incomparable a cualquier otra etapa olímpica. Aún sin LeBron James, ni tampoco el recientemente retirado Kobe Bryant, el Dream Team volverá a ser una pesadilla para sus rivales.

Pero esto no cambia que Argentina tenga chances de pelear por buenos puestos. Como en otros momentos, aparecen jugadores que tienen roles principales en sus equipos. Sin la lista de 12 definida, Ginóbili, Scola y Nocioni serán fijas del equipo y posiblemente los titulares. En la base Campazzo y Laprovíttola serán los encargados de manejar el juego. También los grandes proyectos de Garino y Brussino, ambos con futuro NBA.

Después de ellos siete, los otros cinco puestos tendrán lugar en la Liga Nacional. Vildoza, Schattmann, Safar, Aguerre, Vaulet, Deck, Mainoldi, Saiz, Delía, Acuña y Gallizzi serán los que peleen por los puestos junto a Carlos Delfino, que llega tras una larga inactividad pero es del gusto de la Oveja Hernández.

De esta manera, si en el camino no suceden bajas inesperadas, ocho o nueve jugadores serán de la nueva camada y sin duda alguna tendrán un papel protagónico junto a monstruos históricos del deporte argentino. La combinación de la frescura y el talento de los jóvenes con la inexplicable experiencia e incomparable juego de los veteranos hacen de Argentina un rival que no va a ser considerado por los expertos extranjeros para estar en el podio, pero un equipo que, puertas adentro, se sabe que será formidable.

Habrá que empezar a dejar a un lado la imagen de la Generación Dorada, pero también tener la mente abierta a que estos nuevos jugadores pueden dar una nueva gran alegría olímpica. Como cantaron los veteranos desde el banco en el Mundial de España 2014: “Vamos, vamos los pibes”.

 

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