
La sub-23 llega a la cita en Japón con mayor preparación que hace cinco años en Río, sin embargo los dos procesos tienen una cuestión en común: la falta de compromiso de los clubes al momento de prestar jugadores.
Por Julián Haramboure
(@JulianFunky)
El fútbol argentino posee una particular historia en los Juegos Olímpicos. Al podio de 1928, le siguieron décadas de ausencia hasta los cuartos de final alcanzados en 1960 y en 1988. A partir del ingreso de futbolistas profesionales a los JJ. OO., la selección albiceleste vivió enormes momentos de éxitos, los cuales no sólo quedaron en la historia del fútbol nacional, sino del deporte en general. ¿Cuáles fueron las claves para esos triunfos? ¿Qué obstáculos aparecieron con el correr del tiempo?
Un descenso preocupante: tras obtener tres podios, Argentina cayó en la improvisación
Corría el año 1996 y Daniel Passarella, por ese entonces entrenador de la selección masculina mayor, se hacía cargo también de la dirección técnica del equipo olímpico. Ese combinado sería, a la postre y salvo algunas excepciones, la base del plantel que dos años más tarde disputó nada menos que el Mundial de Francia 1998. La celeste y blanca cumplió, de menor a mayor, con una gran actuación, y consiguió que el fútbol nacional vuelva a un podio olímpico tras casi setenta años.
Además de contar con una brillante generación, en la que se destacaron jugadores como Ariel Ortega, Hernán Crespo, Javier Zanetti y Marcelo Gallardo, entre otros, Argentina aprovechó también el reglamento y convocó a los tres mayores de 23 años permitidos. Los tres jugaban en ese momento en Europa, y en ningún caso hubo negativa para su presencia: José Chamot (Lazio), Diego Simeone (Atlético Madrid) y Roberto Sensini (Nápoli).

Hacia Atenas 2004, y como ocurre en la actualidad, la Copa América se llevó a cabo el mismo año que los Juegos Olímpicos. Si bien hubo mayor espacio de días entre torneos del que hay hoy, existió total disponibilidad para que muchos futbolistas disputaran ambos certámenes. Fue así que Carlos Tévez, Gabriel Heinze, Javier Saviola, Luciano Figueroa, Roberto Ayala, Javier Mascherano, entre otros, estuvieron tanto en Perú como en Grecia. El resultado: Argentina se consagró campeón olímpico en esta disciplina por primera vez en su historia.
La cooperación de los clubes nacionales y extranjeros, la posibilidad de que el técnico cuente con un gran abanico de opciones de jugadores, y la presencia de estrellas mundiales (en este caso figuras como Lionel Messi, Juan Riquelme y Sergio Agüero) se repitieron cuatro años después en Beijing, con idéntico final: medalla dorada.

Tras el enorme éxito, el interés dirigencial por la selección olímpica disminuyó en la última década. Luego de que Argentina no obtuvo su cupo para Londres 2012, la organización previa a Río 2016 fue improvisada y problemática. En medio de dificultades internas, la Asociación Argentina de Fútbol (AFA) no consiguió que los clubes europeos prestaran para el torneo varios nombres que Gerardo Martino, en ese momento entrenador del equipo albiceleste, consideraba claves. Esa alarmante situación, sumado a otras cuestiones, desembocó en la renuncia del técnico.
Sin tiempo de trabajo y con todo tipo de obstáculos externos para completar la lista, el Vasco Juliio Olarticoechea asumió la responsabilidad en el banquillo. Más allá de su ímpetu y respetable esfuerzo, el equipo no estuvo a la altura de las circunstancias y fue eliminado en fase de grupos.
El panorama actual, diferencias y similitudes con Río 2016
En cuanto a la positivo, existe un ítem que es una disimilitud notoria en relación a lo ocurrido hace un lustro: Argentina cuenta en la previa a Tokio con un trabajo que inició hace tiempo y que se refleja en una base sólida jugadores sub 24, quienes en su mayoría entrenan en conjunto desde su paso por las selecciones juveniles.
Fernando Batista planificó cada competencia previa con la mirada puesta en los Juegos Olímpicos. Eso se observa en la presencia y crecimiento de referentes como Adolfo Gaich, Alexis Mac Allister o Esequiel Barco, por mencionar algunos. Además, en el ciclo de Tapia como presidente de AFA aumentaron los torneos internacionales de los combinados formativos, por lo que el roce competitivo es mayor.
No obstante, la lamentable semejanza con 2016 se evidencia en la falta de cooperación de los clubes del fútbol argentino e internacional para prestar futbolistas. Allí influye también la ausencia de coordinación existente a la hora de armar los calendarios. Es por ello que, tres días después de la finalización de la Copa América, y en la previa de la participación nacional en Tokio, será el retorno de la Copa Libertadores. En este sentido, de las instituciones que participan de esa competición, sólo Vélez se mostró disponible para ceder a sus jugadores a la cita olímpica.

Este panorama obstaculizó la presencia en la lista de más mayores de 23 años, siendo el arquero Jeremías Ledesma el único que supera esa edad. Ante la negativa de sus respectivos clubes, nombres del gusto del entrenador como Enzo Pérez o Carlos Izquierdoz no serán de la partida. Como se mencionó, no se trató sólo de una problemática en el país, ya que algunas entidades extranjeras tampoco contribuyeron al armado de la nómina albiceleste. Fue así que Atlético Mineiro de Brasil no le permitió a Ignacio Fernández sumarse a los entrenamientos en Ezeiza.
Confianza en el presente y deseo de mayor compromiso dirigencial para el futuro
Más allá de las dificultades que impidieron que Batista cuente con todos los futbolistas que deseaba, el equipo argentino llega a los Juegos Olímpicos de Japón con una planificación sólida y un trabajo colectivo a conciencia. Tras el paso preparatorio por Corea del Sur, Argentina afrontará una exigente fase de grupos en donde el inicio ante Australia será clave para el futuro en el torneo.

Si el conjunto nacional logra un positivo desempeño en Japón, será gracias al esfuerzo incansable del cuerpo técnico y los jugadores, y será en especial debido a la construcción de una identidad de equipo. No obstante, ese compromiso existente carece de un mayor apoyo de parte de los clubes, los cuales no priorizan al seleccionado olímpico. Para que en el camino a los Juegos de 2024 Argentina tenga más opciones en su abanico de herramientas, y para que el técnico a cargo posea más alternativas al momento de armar una convocatoria, deberá existir mayor diálogo entre la AFA y las instituciones y un acuerdo acorde a las circunstancias.
Foto principal: Twitter @Argentina