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Eduardo Gauto: “Este Juego de Lima es especial y quiero llegar de la mejor manera”

Eduardo Gauto, es un judoca argentino que participó de los Juegos Paralímpicos de Río y ahora se prepara para los Juegos Parapanamericanos de Lima.

Está claro que para Eduardo Gauto no hay imposibles. Supo desde los cuatro años, cuando perdió la vista en un accidente, que para ser feliz había que lucharla. En todo sentido. Fue a colegio común en el que convivió con convencionales, y también a uno especial para personas ciegas. En la Escuela Número 12 de Lanús, y gracias a la recomendación de una profesora de educación física, se enteró que podía practicar judo. Desde entonces, no paró.

Eduardo Gauto, que representa a la Argentina desde los 22 años, participó en los Juegos Paralímpicos de Río 2016 y ahora se prepara para jugar su tercer parapanamericano.

“Este Juego de Lima es especial y quiero llegar de la mejor manera. Dejé el trabajo que tenía para dedicarme full time al deporte”, reflexiona.

Todas las mañanas, por una hora y media, repite una rutina física. Las tardes están divididas: tres con el seleccionado en el CeNARD y tres con el Club Italiano.

La competencia, claro, es todo un tema para un judoca ciego porque son pocos atletas y no hay un campeonato adaptado.

“Para tener ritmo participamos en los torneos interclubes y nos enfrentamos con los convencionales de igual a igual. No con los de la primera línea, claro. Pero contra el resto estamos ahí: ganamos y perdemos. A la hora de subir al tatami se olvidan que soy ciego y eso es fantástico”, explica Gauto.

Para que los ciegos y disminuidos visuales puedan participar adaptan el reglamento, claro. “Arrancamos tomados cuando entre ellos el comienzo de los combates es sueltos. Hay una gran predisposición de todos”, destaca.

A Gauto el deporte le corre por las venas. En su pasado hubo un espacio para el fútbol para ciegos. Sí, durante 2017, hizo judo y fútbol en simultáneo. “Fue una experiencia increíble porque representé a Boca, club que amo. Recibí la propuesta de Silvio Velo y me entusiasmó mucho. Jugué algunos partidos de la Liga Nacional y me sirvió para darme cuenta que una disciplina de alto rendimiento con un hobby de ese estilo no son compatibles”, indica Gauto.

Para encaminarse en lo deportivo, Gauto dejó Boca y también un empleo. Fue ejecutivo de cuentas de una importante cadena de librería y de una reconocida empresa que vende pasajes de colectivos.

“Suena loco que una persona con discapacidad pueda tener un trabajo. Pero no debería ser así. Yo me desempeñé con absoluta normalidad y la pasé muy bien”, admite.

A Gauto se le ilumina una sonrisa cuando habla de su mujer Anahí y de sus hijos Huilén y Tahiel. Ellos también son parte de su rutina. “Cuando Anahí se va a trabajar quedo a cargo de la casa y cuando los chicos se levantan les preparo el desayuno. Después hago las camas, limpio, lavo los platos, cuelgo la ropa y cocino si hace falta. Eso sí, menúes sencillos y sanos”, aclara este hombre que vive el día con la misma intensidad con la que pelea en el tatami. El mismo al que su familia lo espera a las once de la noche en su casa para cenar juntos. El éxito, claro, se consigue en equipo. Eduardo Gauto lo sabe más que ninguno.

Foto: gentileza Eduardo Gauto

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