Las atletas esperan estar en la cita máxima del deporte. Los anhelos de dos deportistas que son orgullo dentro de sus disciplinas.
La esperanza de estar en los Juegos Paralímpicos de Tokio está intacta. Nadia Báez todavía mantiene fresco ese recuerdo imborrable de Londres 2012, donde obtuvo la medalla de bronce en los 100 metros S11. Analuz Pellitero habla del diploma que consiguió en Río 2016 y en su rostro se ilumina una sonrisa gigante. Las dos son nadadoras ciegas y referentes del deporte adaptado argentino.
Para Báez, su amor por el deporte nació desde niña. “Vengo de una familia de docentes que me lo inculcaron de siempre. Cuando comencé hice actividades convencionales, y después conocí el deporte adaptado en los Juegos Evita”, explicó.
“Quiero clasificar a Tokio, que sería mi cuarto Juego Paralímpico”, dice, ilusionada, Báez. “Siempre fui autoexigente porque sé que el deporte siempre te da revanchas. Por eso hay que buscar objetivos y aferrarte a ellos. Además, vestir la camiseta argentina y llevar la bandera es un orgullo”, indica en una entrevista con la Secretaría de Deportes de la Nación.
Por la misma senda anda Analuz Pellitero, que también comenzó a nadar de muy jovencita. “Elegí esa disciplina cuando tenía ocho años porque por mi discapacidad era la más fácil y siempre me gustó el agua”, indica la pampeana.
Su camino en la Selección nació cuando los entrenadores la vieron competir en los Juegos Nacionales Evita. Ahí empezó todo. “Fue un momento muy importante en mi vida. Esa convocatoria la tengo bien presente, igual que el diploma que gané en Río 2016”, cuenta Pellitero.
Así, mientras se prepara para estar en Tokio revela uno de los secretos para mantenerse en lo más alto de las competencias: “Los límites se los pones uno. Si uno lo intenta con ganas y entusiasmo, se puede. Siempre se puede”.
Foto: Twitter Daniel Hofman.
