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El maratonista que fue despojado del oro

Vanderlei Cordeiro de Lima es el protagonista de esta historia. El oriundo de la ciudad de San Pablo ganó las medallas de oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999 y Santo Domingo 2003. Para los Juegos Olímpicos de Atenas era uno de los firmes candidatos, pero una persona le privó de llevarse la presea dorada.
Por Agustín Vergari

Brasil no tiene historia, prácticamente, en las pruebas de fondo. Las maratones, normalmente, son dominadas por keniatas y ellos se llevan la gran mayoría de medallas. Sin embargo, Vanderlei Cordeiro de Lima fue uno de los atletas más importantes de la historia del país vecino. Él supo conseguir dos doradas en los Juegos Panamericanos de 1999 y 2003, y llegó a los Juegos de Atenas como uno de los grandes candidatos a quedarse con la presea de oro.

El día de la prueba fue el 29 de agosto del 2004. De Lima tomó el liderato a partir del kilómetro 23 y, mientras avanzaba la carrera, todo parecía indicar que la medalla de oro era suya. Es más, para a los 34km, a falta de 8 para finalizar, le sacaba 30 segundos de ventaja a un trio que lo perseguía compuesto por el italiano Stefano Baldini, el estadounidense Mebrahtom Keflezighi y el keniata Paul Tergat.

Sin embargo, no todo iba a ser color de rosas para el brasilero. Un exsacerdote, Cornelius Horan, viajó desde Irlanda a Atenas con el fin de meterse en la prueba de Maratón y dar un mensaje claro. Burló a toda la seguridad que había en la prueba, saltó el vallado, y se metió a correr en dirección a de Lima. Lo empujó hacia donde estaban los espectadores, atónitos, al costado de la calle y, luego de algunos segundos, pudo recomponerse y seguir su ritmo hacia la meta. No obstante, Vanderlei dijo que “habría ganado o no la medalla de oro, pero la verdad es que me causó un gran problema, porque perdí ritmo de competencia y sentí miedo. No sabía si tenía un cuchillo. Me asusté mucho.”.

Los últimos 7 kilómetros para de Lima fueron más de supervivencia que otra cosa. Toda esa distancia comenzó a recortarse a medida que se acercaba a la meta. Stefano Baldini y Mebrahtom Keflezighi estaban cada vez más cerca del brasilero que, luego del asalto, estaba completamente acalambrado, por el miedo que le generó esa situación, y le costaba recuperar el ritmo.

Finalmente, luego de un tiempo de 2h10m55s, el ganador fue Baldini. Kflezighi también logró doblegar al brasilero y se quedó con la medalla de plata. Vardelei de Lima se conformó con la presea bronceada, a 1m56s del vencedor de la prueba. Sin embargo, lejos de enojarse, ingresó al Estadio Panathinaikó lanzando besos y formando corazones con sus manos. Esto se ganó el corazón del público que enseguida comenzó a ovacionarlo. El brasilero sentenció que su “felicidad es mayor que el odio” y que, además, sabe que la medalla “es bronceada, pero para mí es oro”.

Crédito: Olympic Channel (Youtube)

Por su parte, no fue la primera intromisión de Cornelius Horan en un espectáculo deportivo. Su primera aparición se dio en el Gran Premio de Gran Betraña, de Fórmula 1, en el año 2003. Él ingresó a la pista con un cartel, en inglés, que decía: “Lee la biblia. La biblia siempre tiene la razón”. Varios pilotos tuvieron que maniobrar para esquivarlo y se desplegó el auto de seguridad. Fue sentenciado a dos meses de prisión. Al año siguiente nuevamente, el 5 de junio, se metió en la Derby de Epsom (una prueba de carrera de caballos y yeguas de mucho prestigio), ya que se creía que iba a correr al lado de los competidores. Luego fue liberado sin cargos.

Dos meses después, fue cuando intervino en la prueba de maratón, donde perjudicó a Varderlei de Lima. Horan fue arrestado y, en principio, iba a ser sentenciado a 5 años de prisión. Sin embargo, luego de pedir disculpa pública y dado el estado mental de Cornelius, su condena bajó a 12 meses y salió bajo fianza con una multa de 3.000 euros. Una vez en libertad, el exsacerdote mandó una carta a la cadena O´Globo para explicarle a de Lima por qué había hecho eso:

Querido Vanderlei, irrumpí en la Maratón por dos razones: para llamar la atención del mundo sobre la Biblia y para ayudar a preparar el más importante evento que ocurrirá en la Tierra: la segunda venida de Cristo. Quiero viajar a Brasil e a San pablo, y hablar con usted, cara a cara, en su propio idioma, portugués. Creo que se merece que le dé una disculpa en su propia lengua, porque el mensaje es muy importante”.

Por su parte, la federación de atletismo de Brasil le pidió al COI de que se le otorgara la medalla dorada a Vanderlei de Lima. Sin embargo, ese reclamo quedó en la nada misma. El maratonista había cumplido su sueño: ser medallista olímpico. Es más, tiempo después el reflexionó que “a lo mejor Dios me puso a este hombre en el camino para ver lo que podía hacer y hacerme saber lo difícil que es ganar una medalla olímpica”.

Gracias a su gran deportividad, su extraordinaria demostración de juego limpio y valores olímpicos, se ganó la Medalla Pierre de Coubertin. Esta presea la entrega el COI, normalmente, a atletas que demostraron un gran espíritu deportivo. El primero en recibirlo fue el alemán Luz Long en 1964 (de manera póstuma) por su ayuda a Jessie Owens en los Juegos de Berlín 1936. Vaderlei de Lima fue el primer latinoamericano al recibirlo en el 2004. El segundo latino fue el guatemalteco Diego Pulido Aragón en el 2018 por “su labor de promoción del deporte y cultura del país”. Tan solo 19 deportistas recibieron este premio.

Sin embargo, la mayor muestra de gratitud se dio en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Vanderlei de Lima volvió a aparecer ante los ojos del mundo porque fue él, luego de que “O Rey” Pelé no haya podido participar por problemas de salud, quien encendió el pebetero olímpico. Sin dudas, formar parte de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica es un premio invaluable y, además, ser el que encendió la llama olímpica.

Fotos internas y principal: Wiki Commons y Flickr con licencia de Creative Commons.

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