Aleksandar Duric: el atleta con una vida de película
Un palista olímpico que no sabía nadar, que escapó de una guerra civil y convirtió más de 360 goles como futbolista profesional.
Aleksandar Duric nació en Lipac, un pequeño pueblo en la actual Bosnia y Herzegovina (antes Yugoslavia). Rodeado de comunismo y jugó descalzo a la pelota en temperaturas bajo cero, creció con una malformación en los huesos, por lo que el doctor le recomendó que eligiera un deporte. Sin saber nadar, le fascinó el canotaje, y mal no le fue: a sus 18 culminó octavo en el Junior World Championships
Sin embargo, Duric fue forzado a enlistarse en las fuerzas armadas de Yugoslavia durante al menos un año. Un año sin estar arriba de las canoas. Empero, en 1991 viajó a Francia para participar en Canoe World Championships, donde finalizó 14º en los 10.000 metros.
De retorno a su país, los comandantes del ejército le encargaron la misión de desarmar y arrestar a los paramilitares del Serbian National Guard. Ya con la guerra cada vez más cerca de sus casas, junto con algunos compañeros robaron las llaves de unos autos y escaparon de su país. Llegaron a Belgrado y luego a Hungría, donde el padre de su novia lo ayudó a volver a competir en canotaje, al tiempo que Yugoslavia iba desapareciendo.
Increíblemente, en 1992 el Comité Olímpico Bosnio se comunicó con Duric para que los representará en los Juegos Olímpicos de Barcelona de ese año. El único problema eran los conflictos étnicos entre serbios y bosnios. De hecho, algunos individuos se acercaron a la casa del palista para amenazarlo de muerte, y hasta su propio padre amedrentó con cortar toda relación si su hijo representaba a Bosnia en los Juegos. Y así fue.
Ahora, el problema residía en llegar a España desde Hungría, nada más y nada menos que 2500 km., con muy poco dinero y con una simple carta del Comité Olímpico Bosnio.
Hizo dedo en la ruta, tomó decenas de buses y trenes, Duric traspasó varias fronteras hasta llegar a Barcelona, aunque con apenas dos semanas restantes de práctica y sin equipo de entrenamiento. A pesar de todo, llegó hasta el repechaje…
Supo que el canotaje no le daría para comer, el exsoldado volvió a su primer amor: el fútbol. Vivió como refugiado en Suecia y Hungría, pero no encontraba club. Aunque con algunos ahorros en su haber, partió de inmediato a un destino totalmente desconocido para él, Australia.Y a pesar de tener cero experiencia más que la de un potrero a sus cinco años, Duric tuvo su debut un equipo de tercera, el South Melbourne FC, donde convirtió 11 goles en 12 partidos.
Deambuló por otros seis equipos australianos, pero un momento bisagra en su vida fue lo que sucedió en el West Adelaide. Con enormes problemas económicos, el último partido lo enfrentó con su clásico rival, el Adelaide City, cotejo donde Duric metió un gol para la victoria. Sin embargo, días más tarde su club ya estaba disuelto y todo el plantel profesional sin contrato. A sus 24 años y desempleado, viajó sin pensarlo a Singapur, donde le ofrecieron ser delantero del Tanjong Pagar United. Había sido arquero de chico y en ocasiones defensor, anotó 11 goles en 16 juegos. En ese país vivió y jugó durante 10 años, donde dejó una increíble marca de 321 anotaciones en 439 partidos. Duric era un dios en Singapur, al punto que le otorgaron la ciudadanía para que pudiera jugar en dicha selección: 26 goles en 54 partidos y su fama se acrecentaba.
Se retiró en 2014 y el gobierno de Singapur le ofreció dirigir una academia de futuros futbolistas, siendo más de 3.000 chicos y chicas en 12 centros deportivos alrededor de la isla. Nada mal para un hombre que entrenaba cuando no estaba huyendo de la guerra o en sus efímeros tiempos libres.
Foto: Football Paradise