Fernando Lúpiz, un Zorro con andanzas olímpicas
El reconocido actor argentino, quien fue gran amigo de Guy Williams (el famoso protagonista de El Zorro), es esgrimista y compitió en los Juegos Olímpicos de Munich 72 y Montreal 76.
Por Micaela Piserchia
(@micapiserchia)
Fernando Lúpiz se considera un afortunado. No solo porque fue un privilegiado en la esgrima, deporte que le abrió la puerta de dos Juegos Olímpicos, sino que gracias a ella deporte forjó una amistad inolvidable con Guy Williams, el famoso Zorro a la vez que le dio vida al personaje en nuestro país. Esgrima escénica, giras, preolímpicos y más. Conocé a fondo la “doble vida” de Fernando Lúpiz, uno de los actores más reconocidos del país.
Lúpiz nació hace 68 años en Buenos Aires y se inició en la esgrima en GEBA con su padre como maestro. Hoy, luego de haber sido campeón sudamericano y panamericano, y después de haber tenido dos participaciones olímpicas, cuenta que sigue activo: «Tuve COVID pero ya estoy en mi peso y tengo defensas. Me invitan a tomar clases en GEBA y voy con mucho gusto. Hasta el año pasado tiraba con chicos de 20 años y considero que tengo un ritmo aceptable para aguantar sus embates, me encanta que me ganen, pero lo que no saben es que tengo dos cosas a favor: soy zorro y viejo, ja. Me da vida entrenar junto a ellos».
El exmodelo y actor admite que tiene la esgrima escénica en la sangre y relata las falencias de un ojo crítico con joyas del cine y la televisión. «Se nota cuando los actores nunca hicieron esgrima porque se pegan en las hojas, ¿quien quiere pegar a las hojas? ¡uno le quiere pegar al rival! La esgrima escénica es muy real, vamos al cuerpo y ahí es cuando se combinan la magia y realidad», comenta con una especie de risueña indignación. En ese sentido, también contó que a raíz de su experiencia en el tema, coacheó muchas escenas en cine y teatro y hasta se reunió con Steven Spilberg para formar parte de la segunda parte de El Zorro con Antonio Banderas. «Estuve a punto de ser contratado, Spilberg quería que protagonizara las escenas de esgrima, pero nunca supe qué pasó que no se dio. Me hubiera gustado, aunque con el diario del lunes te digo que menos mal que no estuve porque fue un bodrio», dijo entre risas.
Haberse topado con Guy Williams en el camino fue un quiebre en su vida: con infinidades de shows y giras encima, no solo se expuso a la presión de aguantar ese ritmo, sino que también realizó el camino olímpico dos veces. Con la salvedad de que para los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, ese proceso lo hizo marcando la Z del Zorro (Guy lo convoca en 1974 a trabajar con él y desde ahí no se separaron más). ¿Cómo hizo? Así lo cuenta: «Durante los tiempos que combinaba esgrima con actuación pensando en los Juegos, ponía un esgrimista amigo a practicar las rutinas de Guy si es que tenia que viajar para sumar puntos o clasificar a algo. Incluso más de una vez tuve que hablar con el Jefe de Equipo cuando nos íbamos de show para que me dejara viajar, a sabiendas de que iba a tener entrenar bastante para que me permitiera licencia. Hicimos 750 shows en vivo durante 16 años. Se lograba eh, te juro que hasta parece que todo fue ayer».
Y tiene el mejor de los recuerdos de los dos Juegos Olímpicos que disputó (no fue a Moscú por el boicot). «El deporte es una maravilla, lo amo. Estar con gente de otro color de piel y vestimenta es algo imposible de explicar. Y estoy seguro de que también debe ser increíble para esos tipos que son monstruos y ganan todo. Los Juegos Olímpicos son algo superior», afirma con una fascinación que se le nota hasta en la voz.
Entre las proyecciones, más allá de su actual temporada teatral, Lupiz quiere (y espera poder) viajar al Mundial Senior de Estados Unidos en agosto, torneo en el que confiesa que se siente más cómodo porque «todos peleamos con el estilo de antes», avizorando el cambio técnico y reglamentario en el deporte. Y no dejó pasar su oportunidad para manifestar su deseo de tener algo de Argentina: «Las veces que competí me ha costado conseguir un buzo del equipo nacional, siempre estamos sufriendo por eso. De todos modos desde la creación del ENARD el deporte creció mucho y me alegra que así sea».
Ante la disyuntiva de si hubiera cambiado algo en su vida, bromeó con que «debería haber cambiado dólares por euros», pero que no, que además está muy agradecido a su padre y maestro, quien lo obligó a hacer esgrima. El puntapié.
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