Mi otro yo: Darya Shara

Darya Shara combinó su carrera deportiva con el estudio universitario y, ya como diseñadora gráfica, le contó a Argentina Amateur su experiencia: “Lágrimas de por medio volvía a elegir la gimnasia”.
Por Ángeles Vidal
(@angymvidal)
La gimnasta logró su objetivo: recibirse. Decidió estudiar y ser deportista al mismo tiempo. Debido a esto, a Darya le llevó diez años culminar una carrera cuyo plan de estudios es de cuatro años. Después de noches sin dormir y viajes con todo un equipaje, finalizó una etapa para comenzar a reinventarse.
¿Por qué elegiste diseño gráfico?
La elección se basó en una cuenta pendiente. De chica me la pasaba dibujando todo lo que veía a mi paso. Mi mamá se preocupó mucho por el tiempo que pasaba sentada y de ahí surgió la idea de llevarme a gimnasia, para compensar las horas que dedicaba a dibujar como una actividad corporal sedentaria. Sucedió a los cinco años, en la escuela de deportes a la que fui, vieron que tenía aptitudes para la gimnasia, fui avanzando en el deporte habiendo empezado a competir con seis aparatos a los siete años, lo que me llevaba mucho tiempo de entrenamiento; haciendo que deje de lado el dibujar y canalizando el arte a través de mi deporte. El día que terminé la secundaria fue difícil saber para mí con qué seguir. Tenía dos opciones: el profesorado de educación física, o algo que tenga que ver con la comunicación visual. Sinceramente, no me veía en el patio de un colegio dando clases..Me gusta mucho el rol de entrenadora, pero no el de profesora. No es lo mismo preparar gimnastas que recrear a través del deporte. Admiro a los profes amigos que lo hacen, pero sé que no es para mí.
Siempre me gustó la gimnasia y a falta de algo específico como carrera en gimnasia, y recordando lo que fui en mis inicios de existencia, decidí anotarme en el C.B.C. para Diseño Gráfico en la U.B.A. Además, tenía que elegir una carrera de alguna institución pública, ya que mi familia no me podía costear el estudio, con suerte llegaban a pagarme los viajes de gimnasia con el sistema de reintegros que existía en aquel entonces en la Secretaría de Deportes. Hoy en día no cambio la educación que me dio la UBA por nada en el mundo.
¿Cómo fue estudiar y competir al mismo tiempo?
Fue muy difícil. El C.B.C. coincidió con los juegos ODESUR 2010, en Buenos. Aires. Ahí arrancaron las noches sin dormir por las entregas de Dibujo y Proyectual, y me obligué a que me guste el café y el mate fue mi fiel compañero, a veces con granos de café para no dormirme. Cursaba de lunes a sábados, de 9 a 13hs, tragaba el almuerzo y a las 14hs ya estaba elongando en el CeNARD. Y dos veces por semana me iba a las corridas al Club Italiano a dar clases en la escuelita, una hora, pero terminaba mis días agotada. Empezar a dar clases fue una necesidad. Aún no tenía beca, y quería ayudar a mis padres a aflojar los costos que invertían en mí como gimnasta. Quería cumplir bien con todo, y fue difícil. Aprobé todas las materias, menos matemática que tuve que recursar y en los ODESUR compitiendo en la modalidad conjunto, ganamos medallas de plata y bronce con mis compañeras de equipo, y hasta el día de hoy amigas. Igual, la mayoría del equipo hacía lo mismo, vivíamos a las corridas, pero luego nos encontrábamos trabajando a full en lo que compartíamos con pasión, nuestro deporte. Después de ese año, entendí que tenía que establecer una escala de preferencias. Preferí el deporte, pero dejar el estudio nunca fue una opción. Desde ahí en más me anotaba a dos o tres materias por cuatrimestre y a veces menos, cumpliendo con los mínimos requisitos de regularidad.
Las materias cuatrimestrales fueron fáciles de hacer, pero las anuales, que son las prácticas, requerían más tiempo. Muchas veces me planificaba el año universitario con alguna materia anual de por medio.y a las tres semanas de arrancar las clases surgía la posibilidad de viajar, hablaba con los profesores, o jefes de cátedras, y entre llantos me quedaba libre en las materias. Nunca me voy a olvidar a un docente que me dijo: “tenés que elegir, el diseño o la gimnasia”.y lágrimas de por medio, volvía a elegir la gimnasia. Y la carrera de cuatro años se me hacía cada vez más larga, y el título inalcanzable. Por suerte también existieron otros profesores, que me han dado la oportunidad de entregar luego de volver de los viajes, o rendir parciales domiciliarios. Sobre todo, cuando viajé a los Juegos Universitarios de Gwangju 2015, al representar la universidad tuve apoyo en todas las materias que estaba cursando. Realmente ahí me sentí respaldada y protegida, cosa que no pasaba con los demás viajes, ni Mundial ni ODESUR, ni Juegos Panamericanos, etc. El año que competí en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, decidí dejar de estudiar. Sabiendo que me esperaban dos meses de concentración con la Selección Nacional de España en Madrid, torneos en Holanda, Polonia, el Mundial en Montpellier y un mes de concentración en La Loma en México me daba cuenta de que no iba a poder con todo y quería aprovechar la oportunidad de llegar de la mejor forma a los juegos. En ese entonces con la creación del ENARD, todo fue un poco más fácil.
Tus compañeros o profesores, ¿cómo se manejaban respecto de tu carrera deportiva?
Mis compañeros siempre me apoyaron. Al no seguir la carrera universitaria con los años planteados en el plan de estudios con cada materia me hacía amigos nuevos, y a veces pasaba desapercibida en las clases, solo iba a cursar y me iba corriendo a seguir con la rutina. A los que pude conocer más, por suerte siempre me apoyaron y se mostraban interesados en lo que hago, siempre vieron mi situación como una virtud y no una falta o barrera para que pueda estudiar, por ejemplo a la hora de armar grupos o parejas de trabajo para realizar las entregas o trabajos prácticos. Este año me tocó compartir trabajos en muchas materias y todos me apoyaron mientras viajé. En Diseño III, que es la materia troncal, trabajamos todo el año de a dos, y mi compañera me bancó en todas con la mejor sonrisa y la mejor predisposición. Realmente eso me fortaleció. Saber que alguien me comprende y acompaña.
¿Tenés alguna anécdota?
Recuerdo llevar el aro de gimnasia más de una vez a la facultad y las diferentes reacciones que eso trae. Una de ellas fue en el C.B.C., en la materia Proyectual. Teníamos que llevar el relevamiento de una plaza, construcciones, colores, materialidad, flujo de gente, de tránsito, sonidos, etc. Uno de mis compañeros que no conocía, se acerca al verme con el aro (envuelto en la funda), y me dice: “¿Vas a representar el sonido con eso?”. Fue el comentario más original sobre el aro que había escuchado en mi vida. Otra situación que me pasó este último año: al tener que llevar los aparatos de gimnasia conmigo para ir a entrenar, más el aro, más los apuntes, ropa para cambiarme, y al tener dos hernias de disco en las lumbares, decidí comprarme un bolso con rueditas, para llevar todo lo que necesito sin romperme más la espalda. 8:00 am en el barrio de Almagro, espero el 160 que va a Ciudad Universitaria. Cualquier ramal me lleva, el que pasa por aeroparque, o por G.E.B.A. Logro subirme apretadísima con mi bolso con rueditas: “$3,50 por favor” le digo al chofer y apoyo la SUBE. “No voy a Aeroparque”, me contesta con valiosa amabilidad para el horario y el estrés que a veces reina en un colectivo a esa hora de la mañana. “Yo tampoco” le digo. Me paro a pensar un segundo y le sigo “Ah, es por la valija, ¿no? Ojalá mi destino fuera aeroparque pero tengo que ir a cursar” se me rio y yo me enfoqué en conseguir un posible asiento para ponerme al día con la lectura de los apuntes y dormir la siesta para aprovechar la hora de viaje.
¿Cómo te imaginás, ahora recibida?
Y sinceramente es raro, tengo 27 años, me tengo que reconstruir de vuelta, otra vez. O por lo menos es lo que quiero hacer. Me involucré muchísimo en los últimos años con la gimnasia rítmica en todos los roles posibles. Pero hoy la realidad también es que ya tengo un título universitario de otra profesión, que a simple vista es muy distinta al deporte, pero a través de los años estoy más convencida que se pueden combinar y tienen muchos en común. Mi desafío hoy será volver a establecer el sistema de preferencias como lo he hecho al arrancar con el C.B.C. y ver cómo puedo hacer convivir todo lo que aprendí de ambos mundos.