Básquet

“Ahora sale siempre el sol”

A tres días del debut olímpico de El Alma ante Nigeria, Carlos Delfino brindó sus sensaciones de poder tener la chance de volver a jugar luego de tres años de inactividad. Con una sonrisa imborrable, el Lancha habló sobre su proceso para retornar al básquet y volver a estar junto a la Selección.

El deporte tiene todo tipo de historias. Algunas ocurren dentro de la cancha, como por ejemplo el impensado oro del básquet en Atenas 2004. Otras, muchas veces más valiosas, transcurren fuera de los escenarios y las luces. Donde cualquier deportista deja de estar en los flashes de las cámaras y el vitoreo del público porque la vida no lo permite. Allí la cabeza juega un papel importante y justamente así le dicen a Carlos Delfino.

No sólo por su parte superior del cuerpo, sino por su constante optimismo. Tres años y más de 1000 días pasaron desde que el Lancha jugó su último partido oficial en abril del 2013. Una lesión en el escafoides lo tuvo ocho veces en una sala operatoria, siete de ellas sin resultados exitosos y con un dolor inexplicable de siquiera poder volver a caminar. “Cada operación era un resultado. Lo único que quería era correr con mis hijos en una plaza, porque no podía. Me la pasaba con las muletas o corriendo con ellos en la silla de ruedas. No era para nada gracioso. Pero hoy es una vuelta feliz, una vuelta de página”, contó el alero a TyC Sports en el mediodía de este jueves.

Ya lejos de los hospitales y alojado en la Villa Olímpica, el eterno ícono del básquetbol nacional palpita los Juegos como un deportista más, pero como ninguno después de lo vivido. ¿Cómo pudo volver a la acción? “Apareció Sandro Giannini (profesor de Bologna) y me ofreció algo loco, porque no se hacía. Ante situaciones extremas, hay que tomar decisiones extremas. Le creí y el resultado es que estoy en cancha de nuevo. Más que contento. Es raro igual tener a una sola persona yendo para un lado y el resto para el otro. Fue algo muy difícil, pero con el diario del lunes te cambia todo”. Y continuó:“Estaba saliendo de la quinta operación. Estaba roto de la cabeza en Bologna y me lo encontré porque había sido parte del Kinder Bologna cuando jugaba. Me mandaron a verlo, informándome y la primera cita no llegó a dos minutos. Era un procedimiento distinto del resto. Me dijo: ‘Te opero mañana’. Seguí consultando en Europa, todos los otros médicos me decían que no. Hice lo de poner más hueso, seguía todo igual. Y la segunda vez que me vio, me dijo: ‘Ya te dije, hay que sacar esto, poner otra cosa’. El resto de los doctores me seguían diciendo que no y a la cuarta ocasión que lo volví a ver. Ahí me dijo que cada vez que hacen intervenciones quirúrgicas lo llamaban. Estaba esta experiencia, aunque tenía miedo. Pero finalmente dio resultado y acá estamos. Fue una historia de casualidad, pero con final feliz”.

Sin el espejo retrovisor y mirando por el parabrisas, Delfino vio el futuro de la Selección en los Juegos. “Siempre los resultados no acompañaron. Esta vez sí. Pero entramos todos con 0-0 e ir partido a partido. Va a ser un torneo muy duro. Pero la experiencia nos puede ayudar en finales cerrados”, comentó sobre la competencia.

En cuanto al grupo, Delfino comentó: “Me sigue sorprendiendo lo comprometido que están. El Chapu no se calla nunca. Manu es nuestro as de espadas, Luis nuestro abanderado y sabemos la producción que nos va a dar. Cada uno aporta lo suyo. Facu (Campazzo) y Nico (Laprovíttola) están haciendo un gran trabajo. Aportan una unión clave para que seamos un equipo. Con los chicos intentamos que no se marque tanto la diferencia de edad. Algunos nos miran y dicen ‘yo a este lo usaba en la Playstation y ahora lo tengo de compañero’. Creo que vamos a andar muy bien”. A lo que agregó: “Sergio fue el generador de la bestia. Hasta hace unos días era incertidumbre total. Ahora se compró mucho más la idea”.

Y cerró: “Es muy lindo estar de vuelta. Ahora sale siempre el sol”.

 

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