La gran tiradora argentina está en la plena madurez deportiva pese a su corta edad. Perfil de una de las atletas más importantes de la historia de su deporte.
Por Joaquín Finat
(@JoacoFinat)
Si alguien que no la conoce le pide sus documentos y lee que tiene 22 años recién cumplidos se sorprenderá. Es que en el currículum de Fernanda Russo hay varios indicios que bien podrían confundir a más de un desprevenido.
Tenía 14 años cuando se subió al podio por primera vez, en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Un año después, en Toronto, se colgó la medalla plateada en los Panamericanos, y en 2016 representó a la Argentina en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Una pequeña gigante.
La medalla de bronce que consiguió en los Panamericanos de Lima confirmó su crecimiento y ahora se prepara para disputar su segundo Juego Olímpico, el próximo año en Tokio.
Nada es gratis, claro. Fernanda Russo tuvo que optar qué camino tomar cuando era muy joven. Así, mientras sus amigas se iban a bailar y disfrutaban cada fiesta, ella concurría espaciadamente y con los minutos contados: había que entrenarse al otro día en el polígono. “Nunca lo sufrí, hice lo que quería”, dice cuando le recuerdan aquellos tiempos.
Su carrera deportivo la obligó a cambiar de aires y así dejó a su familia en La Rioja para instalarse en la Capital Federal en 2017. Se acomodó a su nueva vida y le apuntó, esta vez, al futuro. “Desde el último tiro en Río, sabía que quería estar en Tokio”, reconoce.
Los próximos Juegos Olímpicos encontrarán a una Fernanda Russo más madura, más sólida y más entrenada. Y con un nuevo rifle, que será su fiel compañero en su estadía en Tokio. Mientras tanto, y como si todo esto fuese poco, sigue estudiando y pensando más allá. Sueña con recibirse como Licenciada en Gestión Deportiva. ¿Acaso alguien duda que no lo logrará?
Foto: Clarín.