La halterofilia tiene a Tatiana Ullua como una de las representantes argentinas. Con un pasado en otro deporte, tuvo que tomar una decisión.
Por Agustín Vergari
Oriunda de la Ciudad de Buenos Aires, Tatiana Ullua (28 años) tuvo un ingreso distinto a la halterofilia. Desde muy chiquita empezó a practicar gimnasia artística y no fue hasta los 22 años que ella se sumergió en el levantamiento de pesas.
¿Cómo fue ese traspaso de la gimnasia artística al mundo de las pesas?
Yo fui gimnasta federada hasta los, casi, 13 años. Después, dejé por completo y a los 15 volví a practicar, pero más que nada fue por una cuestión de gusto, la competición la dejé por completo. En el 2010 entro en el profesorado de educación física y me dediqué a estudiar. Me puse a entrenar en un gimnasio convencional, porque siempre me gustó. En el último año del profesorado, en el 2014, a principios del segundo semestre, conozco a Claudio Henschke, ahora es mi entrenador y mi pareja, que siempre dio una cátedra de musculación en el profesorado. Es más, es una materia optativa, junto a otras tres. Yo elegí la de musculación y ahí conocí las pesas. Él, en ese momento, tenía una escuelita de pesas en Parque Sarmiento, gracias a un proyecto del Gobierno de la Ciudad, y daba clases gratuitas. Yo fui un día a probar, me dijo que tenía condiciones; además, venía de la artística entonces la parte de flexibilidad y coordinación ya la tenía, lo que me ayudó para aprender más rápido y fácil la técnica. En mitad del 2014 empecé, iba dos o tres veces por semana. Cuando terminé el profesorado en el 2015 arranco por completo y dije “le voy a meter”. Me puse a trabajar y a la par entrenaba. Y bueno, ya van a hacer seis años que hago pesas.
Es más, en el 2015, que es tu primer año como pesista a pleno, quedaste segunda en el Nacional …
Sí, sí. No fui pensando “voy a quedar tanto” o “quiero llegar a esto”, sino que yo lo pienso más del lado personal: de mejorar mis marcas personales. Se dio que quedé segunda, así que re bien.
¿Cómo hacés para aumentar cada vez más el peso? Imagino que el cuerpo humano en un momento dice “basta” y debe ser difícil poder superarse.
En lo que es el mundo de las pesas se deja de ser “principiante” a partir de los seis años. Y a partir de los diez, pasás a ser “profesional”. Uno va mejorando, pero en un momento nosotros tenemos limitaciones. Nuestro deporte tiene un enfoque muy importante en el entrenamiento de la fuerza; entonces, trabajamos para poder mejorarla y que se transfiera a lo que es el arranque y el envión, que es lo que competimos nosotros. En mi caso, todavía sigo mejorando. Sin embargo, lo que suele pasar es que cuando empezás, mejorás muy de golpe y después, con el paso de los años, mejorás de a poco. Cuando llegás a un nivel mundial, donde están los campeones olímpicos o los campeones mundiales, podés observar que mantienen la marca. Quizás pasan de un Juego Olímpico a otro y levantan los mismos kilos.
El entrenamiento y la pandemia
El 20 de marzo fue el primer día del Aislamiento Social Obligatorio y Preventivo (ASPO) en la Argentina. Desde ese momento, gimnasios y centros de entrenamiento estuvieron completamente cerrados. El 18 de junio, después de varios reclamos de diversos atletas que están con la mira en Tokio 2021, se volvió a habilitar espacios para entrenar, pero con estrictos protocolos.
¿Pudiste mantener tu nivel durante este año atípico marcado por la pandemia?
Este año fue medio extraño. Para algunos, la cuarentena nos pegó muy mal y en mi caso pude mantener mi nivel, pero me afectó mucho desde lo psicológico. Me afectó bastante la cuarentena, sobretodo en cuestión de ánimo y de mejorarme. Sin embargo, tengo la suerte de convivir con Henschke, por más que sabemos diferenciar lo que es el mundo de las pesas y la relación: me ayudó cuando estaba mal o angustiada. Además, tuvimos mucha suerte de que estamos alquilando una casa que tiene tanto patio como garaje. Me prestaron el material de un trabajo que yo tenía: era lo mismo que esté juntando polvo en un box de CrossFit o en mi casa, así que estoy muy agradecida. Empecé a entrenar en el patio de mi casa, pero lo que me pasaba era que se me patinaban mucho los pies porque era muy suave el piso. Nosotros tiramos, normalmente, sobre plataformas de madera o de algo que sea duro. El problema fue que al principio creímos que iban a hacer dos semanas de cuarentena y no compramos la madera hasta que el Chancho (NdR: así lo conocen a Claudio Henschke en las pesas) me dice: “Bueno, basta. Vamos a comprar la madera y ya está, porque estás muy incómoda con el apoyo”. Entonces, me pasé del patio al garaje, que tiene un piso más sólido, ya que tenía miedo de romper el piso. Entrené ahí, me acomodé y me pasó de que no tenía ningún objetivo o pensaba en no fallar por miedo a romper algo. Después nos habilitaron el CeNARD, pero, en ese momento, solo podíamos ir tres veces por semana. Lo aprovechábamos al máximo, sobre todo para hacer kilos, que no podíamos hacer en nuestras casas. Sin embargo, me afectó la cuarentena, más que nada en el lado emocional.
Que te haya afectado emocionalmente, ¿sentís que te pasó factura en algún momento en el cuerpo?
Justo este año me metí a estudiar kinesiología porque tengo una beca deportiva y decidí aprovecharla. Decidí hacer la carrera tranquila, pero cayó la cuarentena. Esto generó que tenga que dar y tener las clases por Zoom, todo el tiempo con la computadora y me provocó mucho estrés. Cada vez que tenía cerca un parcial me olvidaba de todo porque me desacostumbre a estudiar. Encima, me pasó, hace dos meses, que teníamos que tirar pesado y yo tenía la cabeza puesta en una evaluación. Cuestión: voy a un tiro pesado con mucho estrés en mi cabeza, que es algo que en nuestro deporte se nota mucho, se me fue el peso hacia atrás y me tiró un poquito el codo. Finalmente me hice un pequeño esguince, pero a partir de ahí, junto a la fecha de finales, me relajé y entrené mucho más liviano. Encima, me estaba preparando para un torneo final que hicieron, como para darle un cierre al año, aunque no participé por esa lesión, más los exámenes.
¿Cómo hacés para afrontar la disciplina desde el lado económico?
Tengo una beca del ENARD y me ayuda, pero no te sirve para vivir ni mucho menos. Igual, mi caso es especial. Yo empecé de grande: a los 22 años. Entonces, me encantaría que las pesas sea lo primordial en mí, pero no lo es. Salgo a trabajar por una cuestión económica, aunque me ayuda muchísimo que Claudio sea mi entrenador y mi pareja. Él me apoya muchísimo en todo. Me ayuda a liberarme de laburo, trato de aprovechar los entrenamientos personalizados desde casa, planificaciones online y con eso me sostengo bien. Lamentablemente no me voy a poder dedicar al 100 % y nunca lo haré porque ya empecé de grande.
¿Es muy difícil conseguir sponsoreo?
Es muy difícil. Como no es un deporte muy llamativo o muy conocido se complica todo. Una marca nos regaló los colchones de caída para los discos, hacen cintos y nos ayudaron un montón. Después hay una chica que también me regala la vestimenta para entrenar. Pero económicamente no tengo ningún sponsor, igual no me quejo. Yo disfruto mucho de lo que hago, lo hago desde el corazón y también por una cuestión de currículum porque va con lo mío, con el tema de ser profesora, con la kinesiología y creo que me va a dar mucho. No es lo mismo un kinesiólogo que solo estudió a una que hizo todo lo que yo hice. Entonces, mezclo lo que me gusta a mí con lo que me ayudaría en un futuro a nivel trabajo.
La vida cotidiana y el estudio
¿Cómo hacés para organizar tus días con las clases de CrossFit, sumado al estudio y entrenamiento?
La verdad que no sé: tengo un mambo tremendo en la cabeza. Este año fue atípico, estuve más tranquila. Si bien no daba las mismas clases que antes, se me agregó el estudio, pero es algo que yo opté. Si quiero, puedo decidir no estudiar para trabajar y entrenar solamente. Igual, lo que tiene de bueno el hecho de ser profesora es que te podés amoldar los horarios porque tenés mucha disponibilidad. Por ejemplo: podés agarrar horarios de colegio o después está el box de CrossFit que tenés para elegir desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche. Agarrás unas horas en un turno, después en otro y lo vas viendo. Obviamente, no tenés el mismo descanso que una atleta que se dedica al 100 %, pero hacemos lo que podemos y lo que nos gusta. El deportista amateur de la Argentina lo hace por amor al deporte, no por otra cosa.
Cuando viajás a algún torneo tenés que parar tu vida por una o dos semanas, ¿cómo hacés para organizar todo eso?
Hasta este año estaba trabajando en un box y no tenía problema de tomarme licencia. Se buscaba un reemplazo de profe esas dos semanas y listo. En ese sentido yo no tuve problema. No sé cómo va a ser el año que viene, tengo ganas de hacer algo propio y se va a complicar todo un poco. Me voy a poner más loca por buscar reemplazos y todo eso. Igual, me amoldo y prácticamente no me tomo vacaciones porque sé que durante el año me voy; entonces digo “pará, no puedo desaparecer en las vacaciones y, aparte, irme en el año”.
El recuerdo de Lima 2019
Tatiana Ullua fue una de las tres levantadoras femeninas en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Ella compitió en la categoría de -59 kg. Por su parte, Luz Casadevall lo hizo en -64 kg y Abril De Cándido en -55 kg. La porteña se quedó con el noveno lugar al levantar 191 kg.
¿Qué podés rescatar de tu experiencia en los Juegos Panamericanos de Lima 2019?
Fue un viaje muy lindo. De mi parte lamento no haberlo disfrutado tanto porque fue un torneo durísimo en mi categoría. Yo suelo competir en 64 kg o en 59 kg. Para ese torneo bajé a 59 kg porque ya había atletas en las otras dos categorías. No fue malo el resultado, pero lo hubiese encarado de otra manera. Tendría que haber salido más liviana, mis kilos estaban muy lejos con respecto al de las otras atletas. Encima, en esos Juegos, muchos estaban peleando para tener un lugar en Tokio. Entonces, iban los mejores de cada país y, además, en Sudamérica les dan mucha importancia a las pesas. Tenía dos colombianas, que son potencia mundial, dos estadounidenses, una ecuatoriana, una venezolana y esos países en esta disciplina son animales. No tenía chance de ganar algo y, por eso, lo hubiese disfrutado de otra manera. Era cuestión de decir: “trato de hacer lo mejor posible y listo”, porque sabía que no iba a ganar. De todas formas, me encantó el viaje, convivir en una Villa con todos los atletas de otros deportes, de otros países, estuvo muy bueno.
¿El sueño olímpico sigue latente?
Para Tokio es muy difícil conseguir una plaza y en caso de que haya no creo ir yo. Sobre todo, porque mi “competencia”, Luz Casadevall, que me cae re bien, se enfocó mucho, se dedicó al 100 % y está muy bien con los kilos. Si hay una plaza, no creo ser yo. Igual, vamos a ver si se puede luchar. Obviamente uno va a querer pelear una plaza, aunque no estoy apurada. La verdad es que, si puedo, voy a aspirar a París 2024 y ahí sería como mi retiro. Si llego a ir a un Juego Olímpico es como un sueño increíble. No sé si a ganar, pero a dar lo mejor de mí sin dudas; me encantaría. Por más que no lo vea viable ahora. Además, soy bastante nueva.
A la hora de competir, ¿tenés alguna cábala?
No, más que nada, pero por una cuestión de cómo me queda y le doy el toque femenino, me gusta pintarme las uñas el día de la competencia. Si mirás los torneos siempre tengo las uñas pintadas de rojo o rosa, pero no creo que eso sea una cábala.
¿Y algún referente en la disciplina?
Me gustaba mucho una pesista que se llama Rebecca Koha, que se retiró el año pasado con 22 años, justo a la misma edad en la que empecé yo (risas). Cuando dejó pensé “¿en serio? Tenés como diez años más si querés”. Y ahora no tengo un referente, pero me gusta mucho el estilo de los chinos. Me gusta su rusticidad, la cabeza que tienen para competir, cómo entrenan. Pero no es que me gusta uno en especial, sino que es el ambiente chino en general. Están re locos.
¿Te gustaría viajar a China para tener esa experiencia?
Sí, aunque no entendería nada de lo que dicen, me re gustaría ir a ver cómo entrenan: una locura debe ser. Encima los gimnasios de ellos son enormes, un montón de plataformas, es una locura.
Por último, ¿cuál es tu opinión sobre la difusión del deporte?
La verdad es que el CrossFit nos ayudó muchísimo a avanzar en nuestro deporte, ya que, gracias a eso, Claudio tiene uno de los mejores equipos juveniles. Mucho de los chiquitos que nos llegaron fue gracias al CrossFit. Ya sea porque se dieron cuenta que les gustaba o quizás el que los vio se dio cuenta de que tiene proyección en las pesas y, como ese mundo es muy pequeño, mandan el contacto. Esto nos permitió tener una base juvenil muy grande. Y sobre la difusión de nuestro deporte a nivel general, sería buenísimo se difunda cada vez más. Pero no solo la actividad de pesas, sino que en todas las disciplinas en conjunto enseñen los ejercicios de levantamiento. Más allá de que nosotros competimos en levantar más kilos, el ejercicio bien dado brinda unas condiciones físicas a los deportes en conjunto que está bárbaro. El problema está en que no hay un enfoque en los ejercicios de levantamiento. Estaría bueno que toda esta práctica se viera más en los profesorados porque el ensañamiento de eso es casi nulo. Yo hoy, viéndolo como atleta y como profesora, me doy cuenta que es una herramienta que la usás un montón. Es más, lo uso con la gente a la que le doy CrossFit. Además, lo utilizó mucho por el tema postural. Uno dice: “hay la espalda, que esto, que lo otro”, y el levantamiento está buenísimo para eso. También hay que sacar ese mito de que no se pueden levantar kilos, de que se van a romper, que no crecen, de que les va a hacer mal algo: no pasa nada. Para colmo, se rompen más en deportes de conjunto que en pesas porque en esta disciplina vas de a poco. Una cosa es el deporte y otra muy distinta el alto rendimiento, pero es otra cosa en cualquier otra disciplina.