En una entrevista con Argentina Amateur Deporte, el olímpico Santiago Grassi habló de su vida actual, de la situación de la natación argentina, de sus sueños y objetivos a futuro con el deporte.
Por: Franco Zabala
En una llamada de tres horas cargada con toneladas de información tanto profesional como personal, Santiago Grassi, especialista en mariposa nacido en el barrio Barranquitas de la ciudad de Santa Fe, se dio a conocer de una manera amplia, y conversó de un popurrí de tópicos.
La entrevista inició justo después de que Santiago, ávido consumidor de películas y series, trajera a su casa un nuevo televisor, el que le serviría para terminar de ver “FUBAR“, la serie que se estrenó recientemente y protagonizó Arnold Schwarzenegger.
La vuelta al agua de Santi Grassi
Similar a Rocky Balboa cuando hizo su retorno al ring en la sexta entrega de la saga, este año Santiago sintió que esa llama interna que mantiene vivos a todos los deportistas no se había extinto del todo, y que debía obedecer a su pedido de leña seca. Esa última llamarada que refulge en el fondo de un corazón que estará eternamente marcado con los cinco anillos, es la clara señal de alguien que, en el peor de sus momentos y con un sentimiento de soledad galopante, no vio otra salida más que impulsarse desde el fondo y volver a bracear.
La gran bomba es la declaración de intenciones de su vuelta a la competencia de alto rendimiento, un objetivo con nombre y fecha: Santiago 2023. Así es, el argentino, quien ya había avisado que iba a volver a los torneos nacionales en el mes de julio, confirmó que su objetivo de cara al Metropolitano de invierno es clasificarse a los Juegos Panamericanos.
¿De no lograrse? No sucede nada. Santiago se encuentra en una etapa en la que lo prioritario es el disfrute, no los tiempos. Hablar con Grassi es recibir la voz de un deportista que se ha sabido medir con los mejores, y no conforme con haberles robado tácticas útiles para el combate, decidió oírlos y aprender de sus buenos y malos ratos.
Santiago marca una diferencia entre su versión de Río 2016 y su forma de Tokyo 2020+1. La primera, si bien un nadador terriblemente letal en la distancia de 100 metros, no lograba dominar el instrumento más importante de todos, el que permite que la orquesta entera esté en sintonía, el cerebro. En contraposición, el mariposista que llegó a Japón como único varón de la delegación, además de cargar con cuatro años de competencias universitarias, unos Juegos Olímpicos y una Liga Internacional de Natación (ISL por sus siglas en inglés), fue uno que había comprendido que, gran parte de su rendimiento, estaba atravesado por su mente.
Tras experimentar ataques de pánico en el medio de entrenamientos, Santiago decidió comenzar a entrenar su cabeza tanto como su cuerpo.
“Todos los lunes a la mañana teníamos un mismo trabajo, lo odiaba yo. Me levantaba los domingos a la mañana con la mente fijada en ese trabajo, y todavía faltaba un día entero”.
Se describe como una experiencia cercana a la tortura lo que debió experimentar Grassi durante múltiples lunes consecutivos, a las 5 A.M.
La falta de aire en pleno turno no fue otra cosa sino el ultimátum de un cuerpo agotado de vivir en estado de alerta. Tener un auto prendido por 24 horas antes de una carrera y esperar que responda, es exigirle más de lo que puede dar.
Desde que aceptó eso, Grassi pudo entrenar de mejor manera, y lo más importante, disfrutar del deporte alrededor del cual giraba su vida.
Tanto en Tokio como en Río obtuvo el puesto Nº24 de las eliminatorias, y si bien en ambas el objetivo deportivo era lograr clasificarse a una semifinal, en la segunda edición se lo tomó con soda. Todo lo contrario a lo que hubiera hecho una versión más juvenil de él, quien se hubiera castigado por no haber alcanzado lo preparado, sin pararse a pensar sobre el lugar que ocupaba. No todos los días uno puede disputar un Juegos Olímpicos.
Actualidad de Santiago Grassi
A día de hoy, Santiago reside en Long Beach, ciudad ubicada en el estado de California, y se dedica a dar clases de natación como estilo de vida.
Planea continuar en el país de las barras y estrellas hasta 2026 para conseguir definitivamente la ciudadanía. Si bien es un pensamiento reciente, tiene intenciones de volver a su tierra de origen, ya sea de manera intermitente o definitiva.
En primer lugar, si hablamos de antigüedad, se encuentra Fitter and Faster, la empresa de clínicas norteamericana para la que trabaja hace años. En un segundo lugar, mucho más reciente, está Dentro del agua, su propio emprendimiento de cursos online para aprender a nadar.
En la empresa de clínicas estadounidense, Santiago da clases los fines de semana a chicos de entre 7 a 17 años. Con una innegable vocación por la docencia, el santafesino se para desde un lugar diferente al que lo hace cualquier otro entrenador, pide por favor a todos sus alumnos que lo llamen “Santi“, y recalca constantemente que la única diferencia entre ellos y él es la edad. Considera la natación como un deporte simple y le parecen innecesarias las instrucciones extra; prefiere optar por explicaciones más sencillas, que puedan atrapar al nadador y ayudarlo a entender que la piedra fundamental de la actividad es “propulsar el cuerpo hacia adelante“.
Encuentra cómico el hecho de sentirse tan cómodo en el lugar de profesor, puntualmente de categorías tan jóvenes, ya que cuando él era adolescente, le costaba horrores tolerar a su hermano menor, quien aún era un niño.
Es justamente de una mezcla entre su amor por el deporte, la nueva pasión hallada en la docencia y una pizca del conocimiento en área de marketing y gestión de sistemas brindada por sus títulos de la Universidad de Auburn, que surge su nuevo proyecto, Dentro del agua. Tras retomar el deporte de una manera innovadora para él, sin entrenador ni equipo, comenzó a pensar que existe una natación totalmente individual, donde es posible mejorar las habilidades acuáticas con cursos virtuales.
El objetivo final de este nuevo rubro es, además de compartir todo su conocimiento sobre la disciplina, conseguir estabilidad financiera con la forja de un generador pasivo de ingresos 100% propio.
Santiago Grassi con esta vuelta busca también, ese ordenamiento que sólo puede brindar la actividad física regular. Si bien ahora falta al entrenamiento si tiene algún dolor muscular, decidió volver a ponerse en la mejor forma posible tanto mental como físicamente, para disfrutar de manera plena esta nueva etapa de la natación.
Natación argentina
Si bien reside en Estados Unidos desde 2017, cuando se mudó allá para darle arranque a su carrera universitaria en el estado de Alabama, el santafesino es un fanático empedernido de la albiceleste.
Como sueño casi utópico, le gustaría que la Argentina logre armar, en algún futuro lejano, una liga de natación. Considera que lo más interesante para un nadador no es el entrenamiento del deporte en sí, sino los torneos. Para él, es allí donde se encuentra la mayor diversión del deporte.
“Hoy en día hay únicamente dos torneos importantes por año en Argentina, el Open de verano y el Open de invierno. Tener que entrenarte para competir una vez cada seis meses es mucho más aburrido que entrenarte para competir todos los domingos”, desarrolló Santiago Grassi
Aleja su mirada de los resultados y hace hincapié en como la base de un deporte no son los cuatro o cinco deportistas que tengan las condiciones suficientes como para representar a la Argentina, no. Santiago está convencido de que son los deportistas que están en el comienzo de su etapa o edad formativa los que conforman la base del deporte competitivo. Considera que deberían recibir un poco más de atención, y confía en que un formato de certámenes más continuados sería ideal para fomentarla.
Grassi, si bien es consciente de su lugar como nadador, comparte estas ideas desde su posición de devoto total de la pileta. Es justamente esta pasión inconmensurable por su deporte la que le permite tener estos pensamientos.
Su última riña
En marzo del año pasado, a Santiago Grassi le envió un mail Ricardo Ríos, con mención al entonces presidente de la Confederación Argentina de Deportes Acuáticos (CADDA), Fernando Terrilli, mediante el cual se le notificó la baja de su beca deportiva brindada por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD).
Santiago, quien había estado sin entrenar desde que terminó su primer y único Mundial de pileta corta, en diciembre de 2021, no estaba ni está para nada en desacuerdo con lo que sucedió, sino con las formas.
El mariposista concuerda con la baja de su ayuda económica, pues está planeada para deportistas del más alto nivel, y alguien que no nada hace tres meses no debe recibirla; mas no considera oportuna que la primera reacción ante la desaparición de un olímpico sea el corte del auxilio económico.
Santiago fue a su primeros Juegos Olímpicos en 2014, cuando ocurrieron los Juegos de la Juventus Nanjing 2014, y se había mantenido en el más alto nivel de la natación internacional por más de diez años. A pesar de su currículum, por parte del ente máximo de la natación argentina, no hubo ni un mensaje para averiguar el estado de ánimo del único nadador varón que dijo presente en las últimas dos citas olímpicas, ni una llamada para ver si continuaría su carrera deportiva.
Ante la primera declaración de hiato, la campana sonó y Santi cayó; quien se encontraba en un pésimo momento de salud mental tras quedar a la deriva frente a la nueva vida del no-deportista.
Cierre
Santiago Grassi, o Santi, como prefiere ser llamado, es y no es un ídolo de la natación argentina. Lo es, porque es el primer nadador profesional de la historia del país, a la vez que ostenta un amplio catálogo de récords nacionales en diferentes categorías, pero no le gusta ser llamado así.
Rechaza el pensamiento de ser mejor que los demás por sus resultados deportivos, y abraza un estilo de vida en el que abunda el desapego material. Se siente cómodo en esta vida nómade la que ha decidido llevar por unos cuantos meses.
Antiguo negador del inglés, hoy Santiago Grassi no falla una sola pronunciación de ese diccionario, aunque eso no quita que sea tan argentino como el dulce de leche que tanto extraña.
Es, más allá de un mariposista de talla mundial, un profesor de natación, y un licenciado en Marketing, un joven familiero. Si de él dependiera, comería asado en familia todos los domingos hasta el fin de sus días.
El redactor de la nota se permite un último párrafo y le implora a todos los lectores, que no se pierdan bajo ninguna circunstancia el retorno de un rey que para identificarse, usa el inconfundible acento santafesino.
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