México 1968: la política llego para quedarse
Los primeros Juegos en Latinoamérica traen consigo la Matanza de Tlatelolco, la Primavera de Praga y la protesta por los derechos de los afroamericanos.
Si algo le faltaba a los Juegos Olímpicos para ser afectados en su totalidad, era la intervención de la política. México 1968 estuvo marcado por tres hechos fundamentales, a nivel nacional e internacional, que fueron un factor clave a la hora del desarrollo de los mismos.
Matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco: el primero de ellos sucedió días antes de la Ceremonia de Apertura, cuando un numeroso grupo de manifestantes estudiantiles, en demanda de mayor libertad de expresión, fueron reprimidos por el Ejército Mexicano y el grupo paramilitar Batallón Olimpia, bajo las órdenes del gobierno mexicano, en contra del Consejo Nacional de Huelga. Más de 400 personas fueron asesinadas y otras miles resultaron heridas. Al día siguiente, los bomberos limpiaron los enormes charcos de sangre como si nada hubiera ocurrido.
Primavera de Praga: del 5 de enero al 20 de agosto de ese mismo año, Checoslovaquia, en un intento por abandonar el comunismo, fue invadida por las fuerzas de la Unión Soviética. El movimiento de liberalización política checoslovaco pretendía modificar los aspectos totalitarios y burocráticos que el régimen soviético tenía en este país e implementar el socialismo, legalizando la multiplicidad de partidos políticos, promoviendo la libertad de prensa y de expresión. Este movimiento culminó cuando, en agosto, los líderes de los Cinco de Varsovia (URSS, Hungría, Polonia, Bulgaria y la República Democrática Alemana) decidieron cruzar la frontera con 600.000 soldados e invadir el país.
Derechos afroamericanos: el asesinato del pastor estadounidense Martin Luther King, en abril de 1968, fue el puntapié inicial para una enorme oleada de motines raciales en 60 ciudades de Estados Unidos. Durante los Juegos, en la final de los 200 metros llanos, Thomas Smith y John Carlos, primero y tercero, respectivamente, subieron al podio descalzos, vestidos de negro y levantaron el puño cerrado, símbolo del Black Power, en defensa de los derechos de la población negra. El presidente del COI, el estadounidense Avery Brundage, el mismo que no había hecho objeción alguna al saludo nazi que realizaban los atletas en Berlín 1936, decidió expulsar a los atletas por “una deliberada y violenta infracción de los principios fundamentales del espíritu olímpico”. Días más tarde, en el podio de los 400 metros llanos, Lee Evans, Larry James y Ron Freeman, todos afroamericanos, subieron con boinas negras e hicieron el mismo gesto.
Participaron 5530 atletas (4750 hombres y 780 mujeres) de 112 países en 172 eventos. En salto en largo, Bob Beamon estableció una marca de 8,90 metros que se mantuvo vigente durante 22 años. Se produjo la primera descalificación por doping: el pentatleta sueco Hans-Gunnar Liljenwall dio positivo, increíblemente por exceso de alcohol. La gimnasta checoslovaca Vera Caslavska, que había estado escondida durante tres semanas a raíz de la Primavera de Praga, ganó cuatro oros y dos platas.
Participación Argentina
Compitieron 96 argentinos en atletismo, boxeo, pesas, ciclismo, equitación, esgrima, hockey sobre césped, pelota (deporte de exhibición), lucha, natación, remo, tiro y yachting.
Alberto Demiddi llegó tercero en remo, en la prueba de par de remos sin timonel con 7.57.19, solamente a 10.61 del holandés Jan Wienese, el ganador.
El pugilista Mario Guilloti también se trajo un bronce en peso welter. En la segunda semifinal, Guilloti se batió con el camerunés Joseph Bessala, quien lo derrotó con mucha autoridad en fallo unánime (5-0).