Un niño que quería volar y que, gracias a una garrocha, lo pudo cumplir. Hoy es uno de los máximos exponentes del atletismo nacional gracias a sus enormes resultados. A sus 34 años, Chiaravigilio se convirtió en un emblema de los más jóvenes y de todo un país.
Desde chiquitos, muchos sueñan con volar. Sin embargo, muy pocos logran cumplir ese sueño. Germán Chiaraviglio se transformó en el superhéroe del atletismo argentino. Desde chiquito veía entrenar a su papá y su familia en general. Por eso, decidió meterse de lleno en el salto con garrocha. Una prueba que no tiene una gran tradición en Argentina, pero que él la inscribió en la boca de todos: a fuerza de resultados y poniendo la bandera nacional en lo más alto.
El oriundo de Santa Fe desde muy joven comenzó a volar para mostrarse al mundo como uno de los mejores. A los 16, ya se hizo conocido en un país donde todo cuesta el doble. En Sherbooke, Canadá, sorprendió a propios y extraños: en una prueba muy cerrada, el argentino se impuso en el Mundial Juvenil de atletismo del 2003, tras conseguir una marca de 5.15 m., la mejor del torneo.
Para los años siguientes el objetivo era claro. El los Nacionales de atletismo siempre era figura y se llevaba el oro. Para el 2004, nuevamente fue al Mundial con el objetivo de mejorar sus marcas y, por qué no, pelear por el oro. Sin embargo, por poquito, se quedó con la plata (5.45 m.), detrás del ruso Dmitry Starodubtsev (5.50 m.). Pero, como todo héroe, Chiaravigilio no se rindió tan fácil: en el 2006 volvió a ir al Mundial Juvenil y se llevó el oro con autoridad, tras conseguir una marca de 5.71 m., la mejor del torneo.
Sin embargo, toda historia de superhéroes tiene un momento crítico. Momento en el que el protagonista decae y le cuesta levantarse y Chiaravigilio no quedó afuera de eso. Llegó a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y se tenía muchas expectativas en él. Tenía que saltar 5.30 m. para meterse en la final del certamen, pero las cosas no salieron como él pensaba. «Fue un golpe durísimo. Llegué muy autopresionado y así me fue, mal. Ojo, de todas maneras, fue una experiencia maravillosa. Estar en un Juego Olímpico es tocar el cielo con las manos», reconoció en dialogo con Deportes BA.
Lo cierto es que, desde ese momento, todo fue cuesta para Germán. Una serie de lesiones, junto a resultados que no salían, le generó una merma muy marcada en su rendimiento. Tal es así que en el 2012 no se clasificó a los Juegos Olímpicos de Londres, en el 2012. Sin embargo, como todo superhéroe, supo reponerse ante la adversidad, salir adelante y volver a poner la bandera argentina en lo más alto. Un nuevo Chiaraviglio se vio y los resultados hablan por sí solos: en los Juegos Panamericanos de Toronto del 2015 logró la medalla plateada al saltar 5.75 m., donde consiguió su mejor marca personal. Es más, fue la segunda presea que consiguió en los JJ. PP.
Con esta nueva reversión de él mismo, aquel chico que soñaba con volar tuvo la oportunidad de hacerlo de nuevo en un Juego Olímpico: Río 2016. Ese superhéroe se codeó ante los mejores, ahora mucho más maduro, pudo volar con su garrocha y superar los 5.70 m., lo que le permitió entrar a la final de la prueba, en uno de los momentos históricos del atletismo nacional.
Chiaraviglio cumplió 34 años. Ya no es más ese niño que quería volar o ese adolescente que se codeaba con los mejores del mundo. Hoy es el superhéroe de todos los chicos y chicas que sueñan flotar en el aire con su garrocha. Su palmarés habla por sí solo: dos medallas de oro y una de plata en los Mundiales Juveniles de atletismo; un segundo y tercer lugar en los Juegos Panamericanos; bronce en la Copa del Mundo de Atletismo del 2006; Juegos Sudamericanos; 14 Nacionales (el último fue hace unas semanas en Concepción del Uruguay); récord nacional y sudamericano (en indoor). Un montón de resultados dignos de un héroe que vuela con la bandera argentina.