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Una megainstalación creada exclusivamente para que todos los atletas disfruten de la mejor estadía durante su participación en un Juego Olímpico trae consigo una historia cargada de curiosidades, evolución y hechos trágicos.
Por Agustín Ares
(@agustinares14)
Aprovechando la proximidad de los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires, es menester desarrollar uno de los tantos emblemas que rodean a mundo olímpico: la Villa, la casa de los atletas. Es cuestión de imaginar por un segundo que un integrante de la selección italiana de vóley masculino está caminando y de repente se cruza con Delfina Merino. O que Rafael Nadal se encuentra almorzando al lado de Usain Bolt. Así es la vida dentro de una Villa Olímpica. Claro está que cada país participante tiene designado un área para todos sus atletas pero las posibilidades se cruzarse al astro del tenis o a la delantera de Las Leonas son totalmente factibles.
Cada Villa Olímpica tiene su propia historia, la cual fue variando de acuerdo a cada edición de los Juegos Olímpicos. Entre Atenas 1896 y Amberes 1920 no existía un alojamiento para todos los competidores, principalmente porque la duración del torneo aún no estaba definida, debido a que la extensión oscilaba entre los cuatro y seis meses. De hecho, cada país debía hospedarse en universidades.
Recién en la séptima edición, disputada en París en 1924, se tiene registro de la creación de la primera Villa Olímpica. Para ello se utilizaron unas barracas linderas al Estadio de Colombes para albergar a las delegaciones. De todas formas, el estreno de la villa no tuvo un buen comienzo: por la noche se produjo un incendio que destruyó 12 casillas aunque fue controlado por los bomberos locales con la ayuda de varios atletas.
Cuatro años más tarde, en Amberes, los organizadores siquiera molestaron en construir un espacio idóneo para sus invitados. Esto debido a que la mayoría de las delegaciones llegaron a Bélgica en barco, que además de transporte sirvió como vivienda temporal.
Para Los Ángeles 1932 se estableció una Villa Olímpica exclusiva para los hombres, mientras que las mujeres debieron instalarse en el Chapman Park Hotel.
Con el auge del nazismo en Alemania, la capital bávara sería la casa de la décima edición de los Juegos Olímpicos. Más allá de la horrorosa historia que hoy todo el mundo conoce, Berlín fue la primera sede en implementar un estereotipo de Villa Olímpica como en la actualidad. Ubicada en la localidad de Elstal, un total de 138 edificios, entre la Casa de las Naciones, que era el comedor principal, el anfiteatro, el gimnasio, los vestuarios y la modesta piscina cubierta de 12 metros conformaban la instalación de alguna vez vio pasar a Jesse Owens y Jeanette Campbell.
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Los Juegos terminaron pero la Segunda Guerra apenas iniciaba. Durante la misma, la Villa Olímpica funcionó como academia militar y como hospital de heridos. Y con el fin del nazismo fue utilizada como centro de interrogación por parte del ejército de la Unión Soviética tras la ocupación en Berlín.
Hoy, a poco más de 80 años de aquella celebración, se encuentra abandonada y se realizan escasas visitas guiadas, con la habitación de Owens, la única pieza conservada, como gran atracción.
Toda la organización de Londres 1948 estuvo marcada por la austeridad de la posguerra. Desde la comida para los deportistas y población en general, hasta los materiales necesarios para la edificación. El Comité Olímpico Internacional dejó claro que no podían hacerse más gastos innecesarios. En pos de ello, no se construyó ninguna infraestructura deportiva. Los hombres se alojaron en instalaciones militares y las mujeres en colegios.
En la madrugada del 5 de septiembre de 1972 en Múnich, ocho terroristas palestinos pertenecientes al grupo Septiembre Negro se colaron en la Villa, asesinaron a dos atletas israelíes y tomaron como rehenes a otros nueve. Curiosamente, integrantes de la delegación estadounidense ayudaron al grupo armados ingresar al establecimiento creyendo que eran deportistas. Una vez dentro, y con la policía rodeándolos, exigían la liberación de 234 palestinos presos en Israel. Pese a las conversaciones, se llegó a un acuerdo para que los terroristas escaparan en dos helicópteros rumbo a un aeropuerto donde un avión los esperaba para sacarlos del país, aunque todo ello era una farsa.
Falló el plan y como consecuencia todos los atletas rehenes fueron ejecutados, junto con cinco de los asaltantes, el piloto del helicóptero y un policía alemán.
Tras lo que se conoció como la Masacre de Múnich, las venideras celebraciones de los Juegos Olímpicos contaron siempre con una Villa Olímpica con excelentes medidas de seguridad, donde atletas, entrenadores y dirigentes de todos los deportes y de todos los países conviven mutuamente y se dedican puramente a lo que fueron a hacer: competir.
Foto: TN