Londres 1908: el nacimiento de los 42.195 kilómetros
De vuelta al Viejo Continente, los Juegos de la capital inglesa se caracterizaron por el establecimiento del clásico recorrido de la maratón, además de la gran organización y el apoyo de la monarquía Windsor.
Tras la desastrosa logística de la III edición de los Juegos Olímpicos de Saint Louis 1904, la vuelta a Europa le sintió bien a este espectáculo deportivo. En un principio Roma había sido elegida la ciudad para que se llevaran a cabo los Juegos, pero la erupción del volcán Vesubio provocó la renuncia del gobierno italiano a los mismos.
Londres se ofreció para ser la nueva sede y el Comité Olímpico Internacional aceptó con gusto. En solamente dos años, se invirtió una enorme cantidad de capital proveniente del gran gesto de la monarquía inglesa para construir un nuevo estadio –el White City Stadium–, la primera pileta de natación olímpica (50 m.) y el abastecimiento de instalaciones y hoteles que ya existían.
Participaron 2.035 atletas de 22 países (1.999 hombres y 36 mujeres) en 110 eventos. Respecto al programa olímpico, se incorporaron el yachting, hockey sobre césped y, extrañamente, el patinaje sobre hielo, donde participó el único argentino en estos Juegos: Héctor Torromé, un importador de té que residía en Inglaterra, pero se decidió por representar a su país natal. Torromé finalizó en el séptimo puesto, superando a Nicolai Panin, considerado el mejor patinador de la historia de la escuela rusa.
El aspecto
más relevante, y que hasta el día de hoy permanece vigente, fue la
determinación de la distancia que los atletas recorrerían en la maratón, la
prueba más importante de todo juego. Hasta ese momento era de 40 kilómetros,
pero por un capricho del rey Eduardo
VII para que su hija que había sido madre hace poco
pudiera ver la salida de los maratonistas, se le agregaron 2 km. a la carrera.
El día del comienzo de la misma, una fuerte lluvia provocó que el Comité
Olímpico Británico decidiera que la prueba se extienda otros 195 m. para
que la familia real pudiera ver la llegada de los corredores en su palco y no
se mojara. De esta manera quedaron implementados los clásicos 42.195 kilómetros.
El ganador fue el pastelero italiano Dorando Pietri, pero en los metros finales
cayó cinco veces al suelo y fue descalificado porque los oficiales lo ayudaron
a cruzar la meta. Un hecho por demás curioso es que una de las personas que
socorrió a Pietri a pocos metros del final fue Arthur Conan Doyle, el
creador de Sherlock Holmes y el doctor Watson.
Desde el Juego anterior, los deportistas hombres que ocupaban el podio de cada prueba recibían las tradicionales medallas de oro, plata y bronce. Sin embargo, a las mujeres solamente les otorgaron un simple diploma. Otro aspecto notable fue que, teniendo en cuenta los disgustos religiosos sucedidos en París 1900, los organizadores decidieron que ninguna prueba se dispute un domingo.
El país local, beneficiado tanto porque varias de las disciplinas solo eran practicadas en el Reino Unido, –como el raquetball y el crocket–, como el fallo de los jueces y árbitros locales, posibilitaron que los deportistas de Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte, todos bajo la bandera de Gran Bretaña, se adueñaran por primera y única vez del medallero olímpico con 156 preseas (56 de oro).
Foto: BBC.