Derek Redmond: un ejemplo de lucha ante las lesiones
Derek Redmond es sinónimo de espíritu deportivo. No por sus medallas conseguidas a lo largo de su carrera, tampoco quedó en la historia por haber ayudado a algún colega; sino que él completó una prueba olímpica con el tendón de Aquiles cortado.
Por Agustín Vergari
Derek Redmond era uno de los mejores velocistas, en 400 metros, de la historia. Su trayectoria lo demuestra: récord en Gran Bretaña en esa disciplina, medalla de oro en el 4×400 en el campeonato mundial de atletismo de 1991, campeonato europeo del 1986 y campeón en los Juegos de la Mancomunidad de ese mismo año.
La historia del británico no fue para nada sencilla. Ya en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 era candidato a una medalla, pero previo al inicio de la competencia debió desistir de participar por una tendinitis que no le permitía correr con normalidad. No solo eso, sino que toda su vida deportiva estuvo marcada por las lesiones: para 1992 ya tenía en su haber un total de cinco cirugías y un sinfín de lesiones.
En los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, nuevamente Redmond picaba en punta como el candidato a la presea dorada. Su nivel mostrado en el ciclo olímpico pero, sobre todo, el estado físico que había desplegado todo el año previo a las olimpiadas lo ponían como el máximo favorito a la medalla dorada.
En las semifinales de los 400 metros, Redmond tuvo una salida magnífica y rápidamente se ubicaba como el primer clasificado. Sin embargo, a la mitad de la prueba sitió un fuerte dolor que lo dejó arrodillado en el suelo, mientras se tomaba el muslo de su pierna derecha. Dos jueces saltaron a la pista a ayudarlo, mientras que el resto de los competidores ya habían terminado la prueba. No obstante, Redmond nunca se dio por vencido…
Lejos de abandonar, él se levantó y como pudo siguió la carrera, solo, sin ningún corredor en pista. 100 metros después entró en escena su padre: Jim Derek. Él saltó a todos los hombres de seguridad que estaban custodiando la prueba para ir a hablar con su hijo. Según lo que contó Derek en una entrevista tiempo después, su papá le dijo que no pasaba nada y que podía retirarse. Entonces, él le replicó que no, que no quería aparecer en la historia de los Juegos Olímpicos como un descalificado. Su padre, ante esto, le dijo que iban a “terminar esto juntos”. Bajo un mar de lágrimas y una cara de dolor indisimulable, Derek posó su hombro sobre el de su papá y terminó la prueba, con un estadio repleto (65.000 personas) que se venía abajo por la ovación recibida.
Derek Redmond pudo terminar la prueba, pero apareció en la planilla como “descalificado” por recibir ayuda externa. Sin embargo, no pasó a los libros de historia por ello: con el tendón de Aquiles cortado, decidió continuar la prueba y terminarla, con su padre al lado. Esto es mostrado por el COI, hasta el día de hoy, como uno de los hechos que más demuestran el espíritu deportivo dentro de las olimpiadas.
Redmond, por su parte, decidió ponerle fin a su etapa como atleta, pero no como deportista. Decidió probar suerte en el básquet y no le fue para nada mal: llegó a jugar algunos encuentros para el seleccionado británico. Tiempo después, probó en el rugby seven, pero no tuvo la misma trascendencia que logró en el baloncesto o en el atletismo.
En resumen, una persona que vivió y vive para el deporte. Toda su trayectoria estuvo marcada por las lesiones, pero, también, por reponerse ante la adversidad. Sin dudas que fue y es un ejemplo para todos los deportistas.
Por: Getty Images.