El patín artístico ha sido históricamente etiquetado como “deporte femenino”. En charla con AAD, el exponente mundial Edgar Waterbor derriba barreras y cuenta su experiencia en el deporte, por el cual admite haber sufrido discriminación.
Micaela Piserchia mpiserchia@aadeporte.com.ar
(@micapiserchia)
“No hagas patín, es un deporte de nenas”, “Mmm, esos brillos que se ponen y las mallas apretadas”, “Mirá cómo levanta la manito, seguro es gay”. Suena fuerte pero es real. Estos son solo algunos de los comentarios que se escuchan día a día relacionados a los hombres y el patinaje artístico. Es un estigma social que durante años ha perseguido y aún hoy en día persigue a aquellos niños/adolescentes que quieren incursionar en este deporte que combina destreza y mucha aptitud física y mental.
El feminismo y la lucha por la ampliación de derechos de la comunidad LGBTI han llegado para quedarse. Ya en año 2018, y con muchos tabúes derribados en cuanto a las profesiones y algunos deportes, es momento de desmitificar el patín. Porque al fin y al cabo, ¿quién dice que según tu género se puede practicar tal o cual deporte? ¿Quién tiene el derecho de juzgar sobre una elección deportiva y además asociarlo con la sexualidad de quien decide practicar ese deporte? Nadie.
Y nadie mejor que él para explicarlo. Edgar Waterbor abrió su corazón para contar su experiencia de vida con respecto a los prejuicios sociales en torno a su elección deportiva.
Edgar tiene 18 años y es el actual subcampeón mundial junior de la disciplina libre. Pero, antes de llegar a la gloria, sorteó algunas situaciones que nada tuvieron que ver con lo deportivo. “Patino desde los 7 años y cuando empecé solamente éramos mi compañero de colegio y yo”, comienza a relatar. “Yo siempre quise hacer patín, me encantaban las competencias de patín sobre hielo. Previamente había hecho fútbol y básquet porque mi mamá me mandaba a todos los deportes ‘masculinos’, pero no pudo contra el patin, je”, cuenta, quien admite haber quedado atrapado por el deporte desde el momento en el que se quedaba mirándolo desde la canchita de fútbol de su club en Eldorado (Misiones).
Con su elección, no tardarían (lamentablemente) en llegar los comentarios discriminatorios. Edgar hace memoria y recuerda una anécdota de sus días escolares: “Todo el tiempo me sentía discriminado. Una vez en la escuela una profesora me había felicitado por una competencia y me dijo ‘qué genio Edgar, cómo patina…’ y uno de mis compañeros me dijo ‘Edgar no hagas patín, eso es para nenas’… Y son cosas que te shockean un montón”. No obstante, a pesar de la siempre especial transición de la niñez a la adolescencia, en donde la búsqueda de la inserción social es prácticamente clave para el desarrollo, el misionero se reconoce como una persona que nunca quiso encajar y es por eso que jamás se le cruzó por la cabeza abandonar el deporte, “porque hago lo que me gusta, es mi pasión y a eso no hay con qué darle”.
En una sociedad cargada de prejuicios, muchas veces son los padres quiénes temen más a la mirada ajena sobre sus hijos y, como hijo, el apoyo de la familia es fundamental. Así lo vivió: “A mi mamá le costó un montón, por eso me mandaba a todos los otros deportes. Incluso tenía gente alrededor que le decía ‘pero cómo lo vas a mandar a patín, es para nenas’, pero ella luego me entendió y a todos ellos les decía que era lo que me gustaba y ella quería que fuera feliz”.
Waterbor manifestó que hubo cambios en las actitudes de su entorno en cuanto comenzó a viajar a otros países y a crecer a nivel deportivo. Fue subcampeón del mundo en 2017 y medalla de bronce en 2018, a contracorriente de la discriminación y los prejuicios. “Hacer patín me ayudó a fortalecerme y a que no me molestara lo que digan los demás de mí. Si no lo hubiera practicado, creo que no sería como soy hoy”, dice con el pecho inflado de orgullo.
Por último, reflexionó sobre la actualidad del deporte en la rama masculina y brindó algunas palabras para aquellos que se encuentran en esa situación dubitativa y difícil: “Para fortalecer y desarrollar el deporte entre los hombres creo que los chicos y principalmente los padres tienen que animarse a que sus hijos practiquen patín. Hoy por suerte la sociedad cambió y no hay que tener cerca a gente que sea machista y retrógrada. A esos chicos les recomiendo que hagan lo que les gusta, no se guien por lo que dicen los demás y sean felices”.
Un paso más hacia la inclusión, el deporte debe unir y no segregar.