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Fútbol

El año ganado

Este 21 de agosto se festejará por ley el Día de la Futbolista, celebración que corona un 2019 repleto de conquistas deportivas y, por supuesto, sociales.

Por Micaela Piserchia
(@micapiserchia)

“Lo personal es político”, reza una de las máximas principales del feminismo. Y así como las luchas de antaño se daban a punta de espada o armas de fuego, en esta ocasión, la contienda se peleó con los tapones de punta. En plena actualidad de la cuarta ola feminista, el fútbol jugado por mujeres tomó un protagonismo inesperado y del cual ya es imposible escapar. Porque, por lo menos en Argentina y le pese a quien le pese, el fútbol es el núcleo de la cultura androcéntrica y machista, concentrando comportamientos y actitudes a reflexionar para, por supuesto, quienes estén con disposición de hacerlo. Lo llamativo es que la desigualdad de género en este deporte es más desigual que en cualquier otro. Se nota y se sabe.

La violencia en el fútbol no solo radica en lo que conocemos y vemos como violencia entre barras o hinchas de distintos clubes, sino que también se percibe desde las canciones en las canchas con muchas letras que incluyen violencia homofóbica y xenofóbica, por solo mencionar un ejemplo. Por otro lado la diferencia histórica entre varones y mujeres también se demuestra en el vocabulario utilizado; la discriminación en la indumentaria, la falta de profesionales mujeres en las dirigencias, cuerpos técnicos y también en lo referente a lo periodístico; hasta en el desarrollo del mismo deporte para hombres y mujeres. Además, no sólo se trata de luchar contra la desigualdad (en forma de desidia, desconsideración y destrato) sino contra la crítica por la elección sexual en una sociedad que aún muestra cierta intolerancia a la diversidad y, por sobre todas las cosas, el prejuicio por la incapacidad de jugar, de dirigir, de relatar o hablar de fútbol, por el simple hecho de ser mujer.

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Pero, afortunadamente, el paradigma está cambiando para ellas. Y para todas. Porque todo comenzó en la Copa América de Chile 2018, con esa foto que recorrió el mundo en la que pedían ser escuchadas. Porque lo que no se nombra no existe y ellas, no existían: con viáticos insignificantes, durmiendo en micros y usando la ropa de juego que los varones ya no utilizaban, las argentinas pedían a gritos un cambio. Con el alza del feminismo que lucha por la igualdad de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos que nos invita a cuestionarnos cada movimiento que hacemos y cada palabra que decimos; sumado al apoyo del movimiento LGBTIQ, el fútbol femenino hizo un quiebre en la sociedad argentina. Porque insertó a la mujer en donde los varones jamás la habían dejado estar: el fútbol. Que se entienda, feminismo no es fútbol femenino ni todas las jugadoras de fútbol son feministas, sino que la asociación se produce por el simple hecho de las mujeres se entrometieron con un área que históricamente había sido de varones.

Este año, con muchas dudas y miedos, Macarena Sánchez fue la bandera de la revolución: gracias a su lucha logró la profesionalización del fútbol femenino y, las jugadoras que debían pagar sus viáticos e importes por partido y no contaban con obra social; entre otras problemáticas, en Primera División podrán contar con un contrato al igual que los varones (salvando las distancias de los valores, por supuesto).

Y no conformes con eso y con un plantel que tiene muy buenas jugadoras pero a consciencia de estar a años luz de las potencias, Argentina jugó un Mundial para el recuerdo, logrando el primer empate en la historia de nuestro país (fueron dos) y jugando partidos para el infarto a muy poco de pasar a octavos de final. Y esto sigue: con el público contagiado de su fútbol y sus ganas de seguir gestando conquistas, el equipo de Borrello ganó la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Lima y como frutilla del postre, se logró que el 21 de agosto, gracias al proyecto presentado en la Legislatura en conmemoración al 4-1 a Inglaterra del Mundial de México 1971, se establezca el Día de la Futbolista. De ese Mundial, al que viajaron sin apoyo y el cual jugaron con camisetas prestadas y usando botines por primera vez, quedan solo las hazañas. Y vaya que sirvieron. Las Pioneras del fútbol argentino son quienes escriben la historia a la vez que cada vez salen a la luz más libros sobre fútbol femenino para que haya registros de los nombres de la lucha: ídolas, pasado y actualidad.

Foto: Argentina en el Mundial 1971 / Página 12

Ganaron ellas. Ganamos todas. A pesar de este semejante año, es importante que los logros no solamente se cuenten y visibilicen por lo deportivo: el fútbol (que se juega por mujeres y niñas en cada vez más rincones del país) será, claro está, el motor y puntapié de muchas otras luchas en el deporte. Sin ir más lejos, hace unos días referentes del vóley argentino se proclamaron a favor de la igualdad de género y pidieron equidad en el desarrollo de las ligas femenina y masculina. De a poco se integran más mujeres al deporte y también se abren los caminos para una sociedad más inclusiva que rompa con los estereotipos, con nenas que piden deporte mixto o quieren jugar deportes “establecidos” para varones, sin importar identidad de género o elección sexual. Será un camino largo, difícil con mucha tela para cortar y principalmente con mucho para aprender, pero no tengan dudas de que esto recién empieza.

Foto: Peri Soler para AAD

Micaela Piserchia

Soy periodista deportiva y social media manager. Dirijo Argentina Amateur Deporte y trabajo en C5N.com. Cubrí JJ. OO Río 2016 y Tokyo 2020. Estuve en DEPORTV y en Olé.

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