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Matías Cardozo: amor y refugio en el quadrugby

Integrante de la Selección Argentina y jugador de Caranchos, cuenta cómo fue su transformación de vida que hoy lo lleva a ser el máximo exponente del deporte en la actualidad.

Por Joaquín Finat (@joacofinat)

Recibe la pelota, la acomoda sobre sus piernas y avanza. Rema con su silla y se vuelve imparable. Así, en cuestión de segundos elude la marca de los rivales y anota el gol, que es lo mismo que decir que traspasa la línea entre los conos. Esta escena se repita una y otra vez. Casi como un calco. Cada vez que lo hace, Matías Cardozo esboza una sonrisa y confirma porqué es el número uno del país del Quad Rugby, la particular disciplina se juega con una pelota de vóley, pero también tiene ideas del básquet y del hockey.

Cardozo tenía 15 años y jugaba en la playa en Mar del Plata cuando sintió un dolor en la espalda. En un abrir y cerrar de ojos, su vida cambió. Cuando se despertó en el hospital le informaron que había sufrido un infarto medular. Fueron tiempos de depresión y también de incógnita. ¿Cómo iba a continuar su vida? Esa era la cuestión, la pregunta que le daba vueltas en la cabeza mientras hacía los trabajos de rehabilitación.

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Hasta que un día sucedió algo que lo movilizó. Fue cuando le entregaron la silla de ruedas. A Matías le llamó la atención como la persona que se la daba iba en su propia silla y, con la otra mano, llevaba la que sería de él. “Me impresionó la independencia de esa persona. Mi cabeza hizo un click y sentí que podía ser independiente”, dijo.

“Me voló la cabeza ver cómo esa persona se desenvolvía en la silla. Cómo bajaba las rampas haciendo la Willy. Era increíble y pensé: ‘¿Por qué no puedo intentarlo?’”. Fue, sin dudas, el primer paso. Ahí, Matías se dio cuenta que había otro mundo y que quería más. Entonces se enteró que se estaba formando un equipo de rugby para personas con cuadriplejía y se entusiasmó. No sabía que los equipos estaban integrados por cuatro jugadores. Que podían jugar hombres y mujeres. que se jugaba en una cancha de básquet. Que los partidos se dividían en cuatro tiempos de ocho minutos. Y que la silla para jugar era diferente a la convencional.

Cardozo fue a una práctica en el Instituto de Rehabilitación en Belgrano y se enganchó enseguida. “Fue un momento bisagra de mi vida porque conocí gente copada; aprendí un montón”. recuerda. “Rápidamente me di cuenta que tenía condiciones”, indica. Y así fue. Lo contactaron de Estados Unidos y se probó en un equipo de Tucson. “Cuando me llamaron no lo podía creer. Me pagué el viaje sin pensarlo. Ellos me dieron casa y comida. Fue una experiencia increíble e inolvidable porque nunca había viajado solo y menos tanto tiempo. Además jugué con los mejores del mundo”, recuerda.

Hoy, a los 29 años, Cardozo representa a Caranchos a nivel nacional, pero la piel se le eriza cuando se calza la celeste y blanca. “El gran objetivo de este año son los Juegos Parapanamericanos de Lima. Tenemos que hacer un buen papel y para eso nos estamos preparando”, explica. Hoy, Cardozo, anda con una sonrisa de oreja a oreja. Trabaja como administrativo en el Hospital Churruca y puede transmitir su valiosa experiencia a todo aquel que quiera conocerla: “Jugar al rugby en silla de ruedas es lo que más disfruto, es lo que amo”.

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