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“No me siento de Argentina, ni de ningún lugar”

Scola habló sobre su carrera deportiva y se mostró como un ciudadano del mundo, aunque siempre mantuvo su amor por representar a Argentina.

A lo largo de sus 25 años de carrera, Luis Scola se volvió el máximo representante de la Selección Argentina, como también un trotamundos. Tras pasar sus primeros años en Ferro Carrill Oeste, en 1998 dejó el país para arrancar su viaje internacional, plagado de éxitos, pero sin ninguna vuelta a la Liga Nacional. En el camino, representó al Saski Baskonia (Tau Cerámica) de España, a los Houston Rockets entre varios equipos de la NBA, como también a Shanghai Sharks de China y, actualmente, al Olimpia Milano de Italia.

Eso no cambió su forma de ser, ni su pasión por la celeste y blanca. Scola siempre priorizó representar el seleccionado nacional sobre cualquier club, dejando los resultados a la vista de todos: dos medallas olímpicas, dos subcampeonatos mundiales, una título panamericano y ser el máximo referente del equipo argentino en la historia.

Sin embargo, esta manera de vivir de Luifa lo llevó a una conclusión que generó un gran ruido en un contexto marcado por el Coronavirus conocido como COVID-19. “No me siento argentino, porque no me siento de ningún lugar. Me siento de todos los lugares. Pero también siento desarraigo en el arraigo. Cuando empiezo a pasar mucho tiempo en un lugar me empiezo a sentir incómodo. Esa ‘incomodidad’ es mi hábitat. Ese lugar lo busco porque a mi familia le hace bien, lo busco porque esa estabilidad da señales que las cosas están yendo bien. Pero también es una señal de conformismo”, sentenció el ala-pivote en el programa Frente a Frente que conduce Alejandro Fantino en ESPN.

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Esta manera de vivir de Luifa, que no está entre los parámetros normales del ciudadano promedio, se volvió una normalidad para su familia. Según el mismo capitán, manifestó que en sus hijos “ves cosas que no ves en la gente normal. Cuando se dio el lockout de la NBA (2011), ellos arrancaron el colegio en Buenos Aires con la condición que en cuanto se levantase, nos volvíamos a Estados Unidos. Después de pasar un tiempo en Argentina, cuando les llegó el momento de volver, los compañeritos los abrazaban, mimaban y mis hijos los miraban como diciendo ‘¿qué les pasa a estos?’. A lo que remató, entre risas: “Ahí pensé ‘uh, creamos a unos monstruos’. Pero era porque estaban acostumbrados a vivir de otra manera, como esos chicos estaban acostumbrados a estar siempre en el mismo lugar”.

El próximo viaje del capitán no tiene un destino certero. Mientras algunas voces afirman que seguirá en Italia, el viajero podría sumar más millas en los próximos meses y cambiar de club o dejar la actividad profesional. Sin embargo, Tokio sigue en su cabeza: “Si puedo decir presente en los Juegos, no veo una razón para no hacerlo. Pero no hay seguridad que se juegue. Si se juega, voy a estar”.

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