Hoy se conmemora otro 8M en todo el mundo, y se está haciendo cada vez más común utilizar estos días para invitar a la reflexión. En el caso del día de la mujer, es el evento que más ha virado en su constitución. Utilizado para darle un día de entidad a la figura femenina, terminó siendo un espacio para observar la participación de las mujeres en distintos ámbitos de la vida. Acá, cómo es la participación femenina en las entidades deportivas argentinas.
Por: Sol D´Amato
Hace poco menos de un año, un relevamiento del INADI reveló que el 37% de los clubes del país tienen acceso igualitario al deporte, tanto para varones como para mujeres. Si, solo el 37% de todos las entidades deportivas de Argentina tienen abiertas sus inscripciones de los deportes que proporcionan para ambos géneros.
Con este panorama desalentador, hay que entender que el porcentaje restante tiene acceso desigual, o peor aun, no lo tiene: en un 25% acceden a la 3/4 partes o más, el 35% accede a la mitad de los deportes, el 5% accede a la mitad o menos , y el 1% no permite el acceso a ningún deporte.
Si, hay entidades deportivas que no aceptan a las mujeres para la práctica. En un acto total de discriminación, ellas corren con la desventaja de ejercitarse, socializar y buscar tal vez su vocación, en la actividad física y la práctica de deportes. En estos espacios, no existe ni el 8M.
Aún dentro de ese 37% de igualdad al acceso, no cuentan con el espacio, las herramientas ni el tiempo suficiente que empate con los hombres. Suele suceder que los horarios para la práctica del deporte femenino son menores que los masculinos, difiriendo en el acceso y en la disponibilidad. El caso más relevante es el del fútbol femenino, profesionalizado en 2019, pero que no se compara en lo más mínimo con el acceso que tienen los profesionales masculinos.
Defensores de Belgrano tiene su equipo femenino jugando en la primera división del torneo, y el masculino jugando el ascenso argentino. Aún así, las futbolistas no cuentan con las condiciones equitativas para entrenar: “El día que hicimos la presentación del equipo nos dieron un lateral de la cancha. El tema de las canchas es complicado, porque el predio de Ciudad Universitaria cuenta con canchas disponibles, pero no estan en condiciones necesarias para un buen entrenamiento y no se comparan con las canchas en que tenemos que jugar, tanto de local como visitante”, dijo para AAD una jugadora de la institución.
“Tenemos compañeras que tienen contratos, pero que no superan los 15 mil pesos mensuales. La mayoría estamos con viáticos, que no superan los 4000 pesos. Del plantel de 34 jugadoras, 15 son las que tienen contrato, que es el mínimo que pide AFA para poder participar. El resto de las jugadoras cobran un viático que da la UBA que prácticamente alcanza para cargar la sube.”, agregó la jugadora. Con horarios de entrenamiento por la tarde, la mayoría de las jugadoras deben buscarse otras ocupaciones laborales que les permita mantenerse, algo que generalmente no es necesario en los planteles masculinos hasta la Primera B Metropolitana. “La mayoría de jugadoras del planten trabajan aparte, incluso las de contrato, ya que con el sueldo apenas puede alcanzar para un alquiler. Las que no necesitan trabajar es porque las familias ayudan a mantenerse”.
Hablando de entrenamientos, aportó la disponiblidad que deben tener para poder prepararse y jugar: “Entrenamos 5 días, tenemos un día de partido y un día de descanso post partido, todo depende del día en que toque la fecha. Los entrenamientos son de dos horas, de 18 a 20 hs, y lunes, miércoles y viernes tenemos gimnasio de 17 a 18. Generalmente después del entrenamiento del día anterior al partido concentramos, dormimos en los dormis de Ciudad (Universitaria) y al otro día ya vamos a jugar. No tenemos un día fijo de partido, depende mucho de la disponibilidad de cancha de cada club y de la transmisión. Suelen ser entre viernes y martes, y nos enteramos en la misma semana del partido“. Esta realidad reduce sin dudas la posibilidad de tener otro trabajo que complemente la realidad económica de las jugadoras.
Si se habla sobre el acceso a los cargos jerárquicos, la cosa se pone peor: El 23% de los clubes cuenta con la mitad o más de su comisión directiva integrada por mujeres, otro 23% cuenta con más de 1/3 pero menos de la mitad, el 43% no llega al 1/3, y el 11% no tiene mujeres en su comisión.
Dentro de las mujeres que tienen protagonismo en una comisión directiva, el 75% de las mujeres ocupan el cargo de vocal, el 45% el de secretaria general, el 38% de tesorera, el 26% ocupa lugar en otra secretaría, el 21% es protesorera, el 21% es prosecretaria, el 18% es presidenta y el 15% vicepresidenta. Existe en el país una ley reciente que establece un porcentaje de cupo femenino, trans y joven en los estratos directivos. También una que incita a la igualdad de género en el deporte, que fomenta el acceso equitativo sin distinción.
Ambas leyes generaron controversia. Las mujeres accederán a cargos jerárquicos y a espacios deportivos igualitarios por imposición y no por trabajo propio. Pero sin estas leyes, ¿Cómo podrían acceder ellas a estos espacios, capacitarse y poner a prueba su sabiduría o expertís en la materia a tratar?. El huevo o la gallina…
Otro espacio ganado en estos últimos años de lucha viene de la mano de la Ley Micaela, y es el espacio para el tratamiento y protocolización de los casos de violencia de género. Áreas, departamentos y protocolos de género deberían buscar en sus establecimientos deportivos, acceso igualitario y respeto, sobre todo respeto, a las mujeres, su participación, su libertad y su valor en la sociedad.
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