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Varios Deportes

Campeones anónimos

En un pueblo futbolero que sangra por la herida debido a la falta de éxitos, Argentina da óptimas señales de vida en muchos otros deportes, en los que tiene campeones sudamericanos, panamericanos, mundiales y olímpicos.

Con la reciente consagración del futsal en Colombia, los argentinos en el Mundial de patín artístico en Novara y el de carrera en Nanjing y las alegrías olímpicas que todavía perduran (y perdurarán) y otros tantos torneos importantes, es preciso destacar el potencial del “polideportivo”.

Sin apoyo económico, solamente con el que les brindan hace no tanto tiempo el Enard y la Secretaría de Deportes, así van por la vida los deportistas amateur. Porque termina siendo una relación viciosa, en la que la rutina del deportista no solamente tiene como premisa entrenar, sino que hay que hacer todo y no dejar nada para tener un futuro, en comparación al fútbol profesional. Por Crisólogo Larralde y Libertador no se ven autos lujosos ni personas acompañadas de representantes, y mucho menos chicos de menos de 18 años con auto. Por el contrario, con la mayoría de ellos es posible compartir un viaje de colectivo sin tener la mínima idea de quiénes son. Ellos son los campeones anónimos, esos personajes que tienen días de 90 horas para mantenerse, cuidar su salud, su estado físico y mental para rendir en el trabajo, estudio y obviamente, en el deporte que practican.

El fútbol. Brillante negocio y deporte, aunque con grietas por donde se lo mire. Con una sociedad futbolizada y terriblemente lastimada, con una Asociación del Fútbol Argentino que está en llamas y todos los años presenta nuevas irregularidades; con daños morales a los protagonistas por no conseguir resultados y con infinidad de técnicos desempleados al poco tiempo de haber iniciado su ciclo por la misma razón, todo se volvió caos hace tiempo. Es preferible invertir en la televisión del fútbol (millonaria) antes que en estructura o materiales básicos para desarrollar otros deportes.

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El deporte amateur tiene una falencia total al momento de la difusión y de la comunicación, pero por sobre todas las cosas, el deportista sufre el ninguneo. Porque nadie tiene el impulso de empezar, de ver potencial en ellos, que trabajan a la par de los futbolistas y no reciben canje ni sponsors. Todo lo opuesto: existe una innumerable cantidad marcas aun con clasificación olímpica, chances de medalla y un currículum repleto de títulos, que les dan vuelta la cara cuando los deportistas de alto rendimiento piden apoyo.

Foto: Facebook

Los medios también tienen mucha responsabilidad en la cuestión, porque no se ocupan cuando tienen que ocuparse. Nunca van a encontrarse con un deportista amateur que se niegue a dar una nota, sino que les abren las puertas de la casa a periodistas que no saben ni qué deporte practican. Y como si fuera poco, muchos piden dinero por la difusión, situación a la que -lamentablemente- se accede con tal de conseguir mayor alcance.

Y después, en los Juegos Olímpicos surge el cuestionamiento, el exitismo, el por qué tienen tal marca de vestimenta y no tal otra, como tiene Estados Unidos, por ejemplo (por citar solo una de las tantas situaciones que giran en torno a ese tema).

Los eventos masivos disparan los deportes: gracias a los Juegos Olímpicos en 2017 de seguro habrá más escuelas de hockey sobre césped masculino y alguien que vea a Paula Pareto por la calle, probablemente sabrá quién es. Quizá el problema recae en que no se toma dimensión de lo que significa ser EL MEJOR DEL MUNDO en algo, y menos se va a saber si el fútbol desde el 86 que no conoce la gloria y los argentinos vivimos floreándonos de esos videos que casi ni en color se ven. Abrir la cabeza y avanzar o quedarse con los malos tragos. Lógicamente reside en cada uno el camino a tomar.

Una pena que el ninguneo sea lo que prima en el deporte argentino… Son héroes tácitos que van y compran en el supermercado como cualquiera, que dividen su vida en estudio, trabajo y deporte porque no saben hasta qué punto podrán seguir entrenando y sosteniendo el ritmo. Lamentablemente no hay club o franquicia que los salve de por vida y como lo saben, asumen el riesgo porque aman lo que hacen. Es imposible compararse con países como Estados Unidos, Rusia o -sin que haga falta irse tan lejos- el mismo Brasil. Si no hay una política que ponga fichas por el deporte, su crecimiento y difusión, que entienda que las condiciones deben ser otras para mejorar y obtener resultados, seguramente se siga viviendo en el mismo limbo en el que se encuentra Argentina actualmente. 

Implica un cambio conductual y si quieren, cultural también. Pero no es inalcanzable. Es hora de probar, interesarse y  apostar. Quizás el pueblo argentino se encuentre con más alegrías que tristezas si quita la cabeza de la pecera y mira más allá de lo que los alambrados, las barrabravas, los botines, las botineras y el medio convencional acercan.

 

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