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Con rumbo fijo

Lange es uno de los talentos sobresalientes de nuestra cultura deportiva. Un arquitecto fuera del agua y para el agua, y un hombre que es sinónimo de tenacidad y valor.

Por Matías Montoya
(@MatoMontoya)

La marea es el cambio periódico del nivel del mar producido principalmente por las fuerzas de atracción gravitatoria que ejercen el Sol y la Luna sobre la Tierra. Y también sobre Santiago Lange.

Un día como hoy pero de 1961 nacía en San isidro.

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Desde muy chico, la aventura de Santiago subido a una embarcación siempre estuvo presente. Algo que marcó su vida.

Con tan sólo 15 años fue campeón nacional de la clase Optimist, la inicial si hablamos de comenzar a navegar de manera deportiva y de elite.

Pasó por otras tres clases hasta quedarse con la NACRA 17, en todas fue campeón: Cadet, Snipe y Tornado.

Pero quizá su logro más importante en su carrera deportiva haya sido el oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 junto con su fiel compañera Cecilia Carranza. La dupla ganó por primera vez con la clase NACRA 17 y se subió a lo más alto del olimpismo.

Arquitecto de la vida.
Santiago también pudo estudiar, a pesar de su agitada agenda con el yachting. Allá por mediados de los ´80, Lange se instaló en Southampton donde pudo estudiar arquitectura naval en dicha universidad.

Como arquitecto desarrolló los veleros Optimist Lange, que ganó en siete ocasiones la Copa del Mundo, y cuya producción se realiza en Argentina, Dinamarca y Estados Unidos. También desarrolló las embarcaciones para la clase Snipe: Snipes-Person-Lange, en Chile.

Otro punto a destacar fuera de su experiencia deportiva.

El Titanic puede hundirse, Lange no.
Luego de dos bronces en distintos juegos olímpicos, Santiago llegó a 2014 con la clasificación a los Juegos de Río asegurada.

Sin embargo, y pese al éxtasis deportivo, el regatista comenzaba a sentirse enfermo con asiduidad. Se realizó un chequeo y le encontraron que tenía cáncer en el pulmón izquierdo. Sin dudarlo entró al quirófano y se sometió a la intervención de la quita (en parte) de dicho órgano.

“Siempre me costó esa parte: ¿por qué me toca esto a mí? Pero hundirme, jamás. Era una realidad que me estaba tocando vivir, y había que vivirla”, recordando cómo asumió la noticia.

Si bien la operación en el hospital Quirón de Barcelona fue un éxito, su regreso a los escenarios no fue sencillo.

Los primeros entrenamientos fueron costosos ya que su capacidad pulmonar la había perdido parcialmente. Luego, a medida que fueron pasando los meses, llegó a Río de la mejor manera.

Coronó ese esfuerzo con una presea de oro junto con su compañera.

Santiago y el ansiado anhelo de subirse a lo más alto del podio en un Juego Olímpico (Imagen: Shwosports)

Hoy con 59 años, Santiago Lange sigue navegando. Esta vez, hacia aguas niponas. Es que Tokio le desvela, tanto como la náutica que siempre fue deleite en su familia y la fue regando hacia sus hijos Yago y Klaus, quienes han recibido el legado de su padre de la mejor manera.

Lange es respetado. No sólo por sus logros deportivos, sino por fuera de ellos. A veces las personas se llenan el cuello de medallas y de éxitos que a la postre terminan siendo lo banal en el camino de la vida. Camino que Lange ha construido con esfuerzo, tenacidad, solvencia deportiva, grupo de amistades y familiar unido como nudo marinero y la firme convicción de que se puede todo en la vida (siempre y cuando uno quiera lograrlo).

Foto: Nauti Sports.

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