En el día del pago igualitario en Argentina, AAD realizó un análisis sobre los deportes que perciben salario por competir. Las diferencias entre género son abismales, lo cual demanda una reparación urgente.
Por Micaela Piserchia y Sol D’Amato.
[DATOS EN ACTUALIZACIÓN 2022]
La lógica indica que, ante el mismo trabajo, dos personas deberán percibir el mismo salario. Pero al parecer, según su género, esta situación no se da. En Argentina existen leyes que intentan subsanar este daño histórico denominado “brecha salarial”: una diferencia, que es bastante sustancial, y que se perpetúa entre el salario o sueldo de una mujer respecto al mismo trabajo de un varón. Estas leyes y medidas como el “Cupo Laboral”; el “Ministerio de la Mujer”; la “Ley Micaela”; “Ley del deporte”, y otras que aún se están tratando, como la ley de equidad de género, dejan en claro la necesidad de una “democracia paritaria” dentro del ámbito laboral para las mujeres y personas de identidad femenina.
Esta situación no sólo se visibiliza en el salario, sino que también se puede experimentar en la divulgación, sponsoreo y espacio de participación. En la mayoría de los deportes “profesionales” que se practican en nuestro país es sustancialmente inferior el sueldo promedio de una deportista mujer en comparación con el de su par del género opuesto. Aquí algunos ejemplos.
En el básquet, deporte profesional en Argentina, no existe una reglamentación que establezca un tope mínimo o máximo de sueldo sobre ninguna Liga o torneo, dado que la Asociación de Jugadores no tiene injerencia en este aspecto. Así, las agencias de representantes arreglan con sus representados/as y los clubes el sueldo suficiente para ser parte de los planteles. En el caso de la rama masculina, existen tres Ligas importantes: La Liga Nacional, que reúne 20 equipos y conforma la competencia nacional más importante; la sigue la Liga Argentina, con 29 clubes participantes y el Torneo Federal, con 69 planteles inscriptos. Según fuentes consultadas, un jugador de la Liga Nacional puede cobrar sueldos que van desde el los 80 y 150 mil pesos por mes. Los extranjeros cobran en dólares, en muchos casos, y las figuras nacionales tienen cifras superiores a los $200.000 de piso salarial, con sueldos que tocan los $800.000. En las ligas inferiores, los montos bajan y rondan sueldos hasta los $25.000. Estos se cobran según lo que duren las competencias, alrededor de 10 meses.
En el caso de la rama femenina, se habla directamente de que es una práctica semi-profesional: deben, en la mayoría de los casos, complementar su actividad deportiva con otras actividades para poder “vivir”. Una jugadora de Liga Nacional cobra entre 15 y 100 mil pesos, pero el primedio está en los 20 o 30 mil. Pero hay jugadoras del mismo torneo, que perciben $8000 pesos en concepto de viáticos, es decir un uno porciento (1%) en comparativa con su par masculino. Son, indudablemente, dos realidades distintas en trabajos de igual intensidad. En categorías inferiores el monto se reduce o directamente juegan gratuitamente, si no tienen que pagar cuotas societarias en las instituciones en donde participan.
Otros ejemplos de deportes profesionales en el país son el vóley y el fútbol. En el primero, los sueldos de los varones para la Liga A1, rondan los $30.000 y los $80.000, algunos de ellos, como jugadores de selección; extranjeros o jugadores de trayectoria, lo hacen en dólares. En tanto, para las mujeres, lo máximo a lo que se puede aspirar es a un sueldo mínimo de varones: en clubes de renombre, o provenientes del fútbol, como San Lorenzo; Boca o Club Ciudad, una jugadora de elite cobra $30.000, mientras que los sueldos promedios del resto de las deportistas están entre los 7 a 12 mil pesos. Otra brecha salarial que asusta.
En el fútbol todo es más conocido: mientras que los contratos multimillonarios de los futbolistas más importantes del mundo salen en la tapa de los diarios, las futbolistas argentinas han podido llamarse profesionales recién en 2019. Luego de años de lucha, de amateurismo y estar sumamente relegadas dentro de los clubes, pudieron acceder al reconocimiento como profesionales, como trabajadoras. Sus sueldos son de $37.800 promedio para la Liga Profesional, comparable con la Primera C del fútbol masculino. Todo en pesos. Si bien existen clubes de primera división que tienen más sponsoreo y difusión, o que compiten en competencias internacionales con jugadoras que perciben sueldos superiores, esos son los montos máximos a aspirar.
En deportes individuales, los ejemplos más populares son el tenis y el boxeo. A nivel nacional la mayoría de las competencias son amateurs, pero en estas disciplinas existe una gran diferencia a nivel internacional.
En el tenis, tanto los torneos de ATP masculino como WTA femenino tienen los mismos premios para ambos sexos, un verdadero ejemplo de paridad. Lo mismo sucede con los Grand Slam: entre 2 y 3 millones de dólares por cada uno. En el caso de los ATP o WTA 1000, la cifra para ambos es de 300 mil dólares. En este deporte la diferencia reside en el sponsoreo, con un notorio incremento de este para la rama masculina sobre la femenina, salvo excepciones, claro.
El boxeo debe ser el deporte con más disparidad, tanto salarial como de aceptación. Luego de que las boxeadoras sean cosificadas, ninguneadas y hasta catalogadas con improperios como “machonas” o “brutas”, continúan luchando por, al menos, el acercamiento a una paridad salarial: las bolsas de los varones en competencias internacionales rondan los 30 millones de dólares para boxeadores como Canelo Álvarez, mientras que, para Claressa Shields, considerada la número uno del mundo del deporte, la bolsa más importante que tuvo no llegó al millón de dólares. En muchos casos, las mujeres prefieren volcarse al UFC como alternativa salarial, dado que tiene bolsas más altas para la rama femenina. Sin embargo, continúan con desventaja respecto a las versiones masculinas.
En el país “las mujeres ganan alrededor de 27% menos que los varones, ellas tienen que trabajar 1 año y 3 meses para obtener lo mismo que los hombres en sólo 1 año”, según los datos aportados por el INDEC. Es decir, las mujeres tienen que trabajar hasta el 9 de abril del 2021 para equiparar lo que los varones ganaron en el 2020. Es por ello que se incluyó esta fecha en el calendario feminista como el Día del Pago Igualitario en la Argentina.
Las mujeres deportistas no cobran el 27% menos, sino que cobran lo mínimo que percibe un deportista varón de la categoría más baja del mismo deporte que realizan. Y no solo eso, sino que sus asociaciones están dirigidas principalmente por varones que toman decisiones sobre ellas, que no son escuchadas, respetadas ni valoradas como deportistas.
Tampoco se las tiene en cuenta para cargos de mayor jerarquía como entrenadoras, dirigentes o como parte de las comisiones directivas de las instituciones. Si bien existe la Ley del Deporte, que establece un cupo de al menos el 20% de mujeres y jóvenes en las nóminas dirigenciales de las asociaciones y entidades deportivas, ésta no se cumple y si se hace, no supera ese cupo mínimo que está fijado por ley.
Esta es la realidad de las mujeres en los deportes “profesionales” más relevantes del país a nivel nacional. Y sin siquiera hablar de disidencias y personas percibidas como mujeres. El argumento es que el deporte femenino “no vende”, pero solo con nombrar a Las Leonas, ese mito se cae. Entonces, ¿por dónde se empieza? ¿Hay que quedarse con ese argumento reduccionista? Hay mucho camino que allanar, y, por sobre todo, mucha disparidad por enderezar.