El jueves terminó el plazo de los traspasos de la NBA, antes del comienzo de los playoff de la edición 75 de la competencia estadounidense. Y como todo evento extraordinario, hubo emoción hasta los minutos finales del período.
Por Sol D’Amato
Entre las bombas de las últimas horas de los traspasos en la NBA, se encuentra el nuevo cambio de equipo de James Harden de Brooklyn a Philadelphia. A principios de semana, un periodista que cubre a los Nuggets anunció que tanto JaMychal Green como Facundo Campazzo habían sido puestos a disposición de las otras franquicias, y se encendió la alarma en Argentina.
A esta noticia se sumaba la falta de continuidad en la rotación, los pocos minutos en cancha y las estadísticas que lo azotaban sin cesar al cordobés. Todo fue tensión hasta el jueves, que se terminó el período de traspasos en la NBA y Campazzo no fue movido de franquicia.
La prueba de fuego iba a estar anoche, cuando Denver Nuggets enfrentara a Boston Celtics. Mike Malone, el entrenador del argentino, había anunciado que esperaba contar con el mismo equipo hoy, que mañana. Y la preocupación aumentaba, dado que Campazzo venía siendo descartado de la rotación y de la segunda unidad, y su futuro sonaba incierto. Tan incierto que desde ESPN lo vincularon a Los Ángeles Lakers.
Se habían establecido distintas hipótesis respecto a lo que iba a suceder con el base del Alma. Primero, que se quedara en los Nuggets hasta el final de la temporada y cobre los 3,8 millones de dólares de su última campaña de contrato. Segundo, que llegue a un acuerdo con Denver para rescindir su contrato. En Estados Unidos lo llaman buy-out y en ese caso el jugador renuncia a una parte de su salario garantizado restante, a cambio de la oportunidad de incorporarse inmediatamente a otro equipo. Tras las negociaciones del buy-out, la franquicia le paga al jugador una cantidad acordada (inferior al valor del contrato restante) y lo libera, quedando libre de firmar donde quiera, en un período de 48 horas. Si nadie toma su pase, es agente libre, como sucedió con Gabriel Deck hace unos días.
En Denver, las lesiones han provocado desastres en el roster: Jamal Murray sigue con protocolo de lesión, al igual que Michael Porter Jr. Monte Morris, el otro base de los Nuggets, anoche no podía jugar por un golpe en la cabeza. El ejemplo inmediato al que se podía acudir anoche fue que luego de haber sido sentado contra Atlanta, jugó frente a Portland y convirtió 13 puntos.
Llegó el día D: Campazzo y Denver tenía una cita frente a Boston. Malone, que maneja los hilos del equipo con un criterio poco conocido para quienes siguen básquet FIBA, fue el artífice del salvavidas del cordobés: le permitió entrar 29 minutos, y él respondió con 14 puntos (tres triples), 4 rebotes, 3 asistencias y un robo, en la derrota de los de Colorado 102-108.
La NBA no es para cualquiera. No lo es para todos los que sueñan con jugar en ella, ni tampoco para todos los expectadores. El sentimiento, la pasión y el cuidado al que se puede estar acostumbrado en ligas FIBA, en torneos nacionales y hasta en las selecciones, se reduce a negocio, espectáculo y billetes, siempre muchos y muchos billetes. Hay que acostumbrarse a que Denver Nuggets no es San Antonio Spurs, que tiene un DT como Greg Popovich, con una mirada más tradicional del básquet. Luego de los 16 años en la liga para Manu Ginóbili, ¿podremos ver un récord similar con Facundo Campazzo?