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Wolkowyski: “Tuve miedo de morir”

El ex jugador del seleccionado de básquetbol tuvo coronavirus en España.

No es un millennial pero se las rebusca. Desde Málaga, España, el Colo Wolkowyski acepta la invitación del periodista Juan Martín Rinaldi para sumarse a “Mano a mano”, la nueva sección de entrevistas desde el Instagram Live de la Subsecretaria de Deportes de la Ciudad. El chaqueño, figura de la Generación Dorada de basquetbol, se contagió de coronavirus, cuenta todas sus sensaciones… pero también cómo hizo para que tener una camiseta de Michel Jordan, su máximo ídolo.

“Un día empecé con tos seca y fiebre alta. Me dolía todo el cuerpo y no podía salir de la cama. Fui a la clínica y me confirmaron que tenía Coronavirus. Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza, la principal era no volver a ver a mi familia. Sentí miedo de verdad, tuve miedo de morir”, confesó el Colorado, desde el living de su casa española.

Y también contó cómo hizo para salir adelante: “Hay que ser conscientes de que este virus es muy potente y está en todos lados. Una vez que entra en tu casa te contagias sí o sí. El apoyo de mi familia y mis amigos me ayudó a salir adelante. Además, también creo que el deporte es el mejor remedio para el cuerpo”. En Málaga vive con su esposa y sus hijos Tomás (que juega al básquet) y Florencia (que la rompe en el vóley): “Mi esposa es la que nos alienta a hacer cosas, por suerte ya podemos salir a caminar, a trotar un poco y eso te hace bien”.

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Durante la charla recordó sus comienzos en el básquet, aunque lo suyo al principio era otro deporte: “Yo empecé a jugar al vóley. A los 15 años medía 1.93 y después me pasé al básquet. Al año siguiente ya iba por los 2.03 metros y calzaba 47 y medio. Usaba zapatillas talle 45 y los dedos los tenía todos apretados ja. Al poco tiempo debuté en la Liga Nacional y en todos los clubes donde jugué la pasé muy bien”, asegura.

“Un día estaba en Paso de la Patria, en Corrientes, pescando en el medio del Paraná y de golpe me suena el teléfono. Atiendo y me dicen que los Sónics (los Seattle Superónics, de a NBA) me estaban buscando. Obviamente que corté porque pensé que era una joda. Insistieron y no atendí más. Hasta que me llama mi suegro y me dice ‘atendé que es verdad’. Y apenas volvieron a llamar los atendí. Ahí comenzó otra historia”, recuerda el Colo.

Enseguida se fue a Estados Unidos y se transformó en el primer argentino en fichar en la NBA. Más allá de hacer historia y darle un salto de calidad a su carrera, jugar allá le dio una chance única: conocer a Michael Jordan, su máximo ídolo. “Estaba en los Boston Celtics y nos toca jugar de locales contra los Wizards, que venían con Michael Jordan. Aproveché el momento y pedí una foto con él. Estaba con mi cuñado y mi hijo Tomás, que tenía dos años. El asunto es que nos llamó, entramos al vestuario, nos pusimos a charlar y hasta se puso a jugar con mi hijo. Después de la foto me regaló su camiseta. Todavía la tengo, está un poco gastada. Pero es mía, no la regalo. Tomás tiene la de Manu (Ginóbili) y yo tengo la de Jordan”, dice con una sonrisa.

Por supuesto, su paso por la Selección Argentina no podía quedar afuera. Referente y figura de la Generación Dorada, subcampeón del mundo y medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, también recordó esa etapa gloriosa de su vida: “A diferencia del fútbol, ser campeón olímpico tiene un sabor mucho mejor que ser campeón del mundo”. Y recordó un momento bisagra en la vida de ese equipo: “En el 2002 se jugó el Mundial en Indianápolis. Y en Argentina, meses antes, se realizó el Pre-Mundial. Ahí Rubén Magnano, el técnico, armó un equipo lleno de jugadores jóvenes y arrasamos. Llegamos confiados al Mundial, pero sabiendo que no éramos nada. Fuimos bien, hasta que llegó el momento de enfrentar al Dream Team. Ahí el técnico nos dice ‘acá llegaron para ganar, no para sacarse fotos’, y les ganamos. Fue increíble ver a todo el estadio aplaudiendo después de esa victoria”, aunque todavía le queda la bronca por las malas decisiones arbitrales en la final contra Yugoslavia. Sin embargo, dos años después, en el 2004, llegaría la máxima alegría. Y la medalla dorada que guarda en su corazón.

La cuenta regresa del Instagram Live marca que faltan pocos segundos para que se corte la trasmisión. El Colo saluda a sus seguidores, les reclama a un asado a sus amigos de Mar del Plata y refuerza la idea de que hay que cuidarse, que el coronavirus no es chiste y que le puede pasar a cualquiera. Lo dice el Colo, el de Chaco, el campeón. El gigante argentino que tuvo miedo de morir

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